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Actualizado: 16 de junio de 2025
La consideración de que las raíces de las plantas tocaban tal vez con sus cabelleras el mismo rostro que él había besado amorosamente, de que la lluvia serpenteaba en húmedas filtraciones á lo largo de su cuerpo, fué lo primero que le sublevó, como si fuese un ultraje.
Cuando una peña se la ocultó, dejó caer las manos con dolor: después se limpió las mejillas, que estaban húmedas. Llevaba el corazón tan henchido de amor, de admiración, de entusiasmo, que Julita se vio necesitada a sufrir a diario, por algún tiempo, las descripciones que le plugo hacer de la bondad, sencillez e inocencia de la niña de Pasajes.
El techo de cal, reblandecido en húmedas manchas, dejaba filtrar al aposento las gotas de la lluvia, recogidas en el suelo sobre algunos cacharros sin nombre ni forma, ollas extrañas y panzudas de centenaria fecha. Aquel lento gotear de enero dentro del cuarto tenía un son de quejido y de miseria que laceraba el corazón.... Todo era tedio y dolor en la casona.
Pasábanse los anteojos para ver los lobos marinos descansando en filas a lo largo de la isla y en torno a un faro. Algunos de estos animales parecían figuras yacentes sobre el pedestal de una roca. El sol de la tarde se reflejaba en sus húmedas envolturas, dándolas un reflejo de oro. Eran a modo de pellejos de aceite rematados por una cabeza de perro chato.
Allí, en Luzmela, todo era paz y amor pensaba la niña soñadora , así como aquí, en Rucanto, todo es odio y venganza. Y tembló la pobre. Prestó oído atento.... ¿Reñían?... ¿La llamaban?... No; estaba muda la casona; Carmen podía seguir soñando. Soñaba con la mirada desvaída y los labios entreabiertos..., estremecida de frío..., con las mejillas húmedas de llanto.
En tanto que el Jarama y el Tajo desbordan por falta de canalizacion, los palacios de Aranjuez rebosan en maravillas de pintura y escultura, que han costado millones sin cuento. Miéntras que los cortesanos se alojan allí en suntuosas habitaciones, el pueblo español sufre las fiebres tercianas, ó se aloja en Villacañas en cuevas húmedas y desabrigadas, abiertas en las peñas.
Fíjese bien añadió D. Carlos a gritos, que resultaron apagados porque le tapaban la boca las felpas húmedas del embozo raído . Si va usted antes, tendrá que esperarse, y si va después, no me encuentra... Ea, con Dios. Mañana es 25: me toca en Montserrat, y después, al cementerio. Con que...
A las doce o doce y media salían todos en pelotón, remangándose los pantalones y las faldas respectivamente, y guareciéndose debajo de los paraguas, charlando en voz alta al través de las calles solitarias y húmedas. Los vecinos, a quienes el sueño no tenía presos, decían: «Ahora salen del Liceo». Esto era todo.
A la luz de un relámpago, la Regenta vio los ojos de Álvaro brillantes y envueltos en humedad de lágrimas. También tenía las mejillas húmedas.... Ella no pensó que esto podía ser agua del cielo. «¡Estaba llorando aquel hombre... el hombre más hermoso que ella había visto, el compañero de sus sueños, el que debió haberlo sido de su vida!...».
Y los dos borrachos, agarrados fraternalmente de los hombros, con las húmedas nances casi juntas, asomábanse a la puerta del cafetín con risita maligna al pensar que molestaban al dueño. ¡Fuego...! ¡fuego...! Y después de gritar se metían apresuradamente en la taberna, fingiendo susto, como chicuelos que acaban de hacer una travesura. Los organizadores de la falla se resistían.
Palabra del Dia
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