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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Abre esos ojos azules Do la ternura se anida, Oye mis tiernas palabras Y luego duerme, hija mia. ¿Vés de tu madre la húmeda pupila Que fija en tí, cual mágica sibila Parece que interroga el porvenir? Si, le interroga, y pide que el destino Matizando de flores tu camino Embalsame de dichas tu vivir.
Raimundo respondía a sus observaciones, afectando serenidad; pero su voz tenía un timbre especial que la dama no dejaba de advertir. Parecía que llegaba húmeda, como si hubiese atravesado una región de lágrimas. Al fin, en un paraje que vieron más solitario, hicieron parar el coche y se bajaron. Aguárdenos usted aquí. Vamos a dar un paseo dijo Raimundo al cochero.
Una de las fachadas laterales caía sobre pequeño jardín húmedo, descuidado y triste y cerrado por una tapia de regular elevación; la otra sobre una callejuela aún más húmeda y sucia abierta entre la casa y la pared negra y descascarillada de la iglesia de San Rafael.
Había salido de las calles y había paseado en el paseo de Verano, ahora triste con su arena húmeda bordada por las huellas del agua corriente, con sus árboles desnudos y helados.
Campistrón les acompañó hasta el descansillo de la escalera con mil muestras de obsequiosa política, mientras que el discípulo cuya lección había sido interrumpida por la visita se desgañitaba haciendo escalas. Bajaron la mal oliente y húmeda escalera y vieron de nuevo á la portera, que ahora estaba mondando cebollas y que los siguió con una mirada desdeñosa hasta la puerta de la calle. ¡Y bien!
Dormía en una sala baja, húmeda, con rejas a un largo pasillo, el cual las tenía a la huerta. Desde los duros camastros veíase la espesura del arbolado; pero, al través de las rejas dobles, la alegría del intenso verdor llegaba a los ojos de los orates mermada o casi perdida, con un efecto de país bordado en cañamazo. En el dormitorio no cesaban, ni aun a horas avanzadas, los cantos y gritos.
Lo que sí recuerdo es que por huir del calor emprendimos nuestra jornada mucho antes de la salida del sol, y que la noche estaba brumosa, el cielo encapotado y sombrío, la tierra húmeda a consecuencia del fuerte temporal de agua que descargara el día anterior.
Ella le hacía el nudo de la corbata, ella sacudía el polvo de su traje, ella le echaba al cuello un pañuelo de seda para preservarlo de la húmeda brisa.
¿Oye usted cómo diluvia? agregó por mudar de asunto. La mañana no anunciaba este turbión repuso Artegui . Es muy húmeda toda Francia en general, y esta cuenca del Adour no desmiente la regla. ¡Lástima no haber podido recorrer Biarritz! Hay allí palacios y comercios monísimos.
Porque lo dejaba allí todo.... Mi equipaje, lo único que tengo en el mundo. No sé qué cogí aquella noche, al relente, furiosa, por la calle húmeda... ¡Oh! En fin, la voz, que ya andaba muy mal, se fue de repente.... Desde aquella noche canto... como tu mujer. No salgo de la fonda... porque no puedo pagar. D. Carlos me insulta unas veces... y otras me requiebra.
Palabra del Dia
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