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Actualizado: 7 de mayo de 2025
María Valdivieso hizo a Currita un rápido guiño, como dándole a entender que ella podría informarle de grandes cosas, y Villamelón concluyó cada vez más impaciente: Pues nada, no me acuerdo... Pero, en fin, esa..., esa es la que lo está desplumando.
El buen señor guiñó varias veces, prueba de que estaba muy contrariado, pero, viendo la súplica en los ojos de todos, se adelantó algunos pasos á proa y escudriñó la orilla.
¡Frasquito, hijo! ¿para qué quieres esas manos? Hace siete cuartos de hora que no has sonao las parmas dijo el señor Rafael á su sobrino, haciendo antes un guiño expresivo á la reunión. ¿Cómo siete cuartos de hora? exclamó éste sofocado. ¡Si he pagado la convidada anterior! ¡La anterior!... ¡Y tan anterior! replicó el viejo mirándole con ojos risueños y provocativos.
Mientras tanto, la llegada de Currita había producido un murmullo general y unísono en que se hermanaba la obscena chocarrería que con un guiño truhanesco cambiaron entre sí los lacayos del vestíbulo, con las pulcras y aceradas observaciones que se comunicaban al oído las damas más relamidas que llenaban los salones.
Pepe le hizo un guiño malicioso como diciendo: "Has triunfado en toda la línea". El joven concejal sintió que se acercaba a pasos de gigante el logro de sus esperanzas y el apogeo de su dicha. El cotillón fué digno remate de aquel baile brillantísimo.
Los indios supersticiosos, en cambio, creían que Simoun era el diablo que no quería separarse de su presa. Los pesimistas hacían un guiño malicioso y decían: Talado el campo, se va á otra parte la langosta. Solo algunos, muy pocos, sonreían y callaban. A la tarde, Simoun había dado orden á su criado para que si se presentaba un joven que se llamaba Basilio, le hiciese entrar en seguida.
Y despues de despedirse de su amigooó se alejó tosiendo y haciendo sonar sus pesos. Camaroncocido, con su indiferencia de siempre, continuó vagando acá y allá con la pierna á cuestas y la mirada soñolienta. Llamaron su atencion la llegada de fisonomías estrañas, venidas de diferentes puntos y que se hacían señas con un guiño, una tos.
A Hervieu le enamoran los locos y cuanto hay de independiente y sobrenatural en su desvarío; el protagonista de «El desconocido» es un demente «lógico». La emoción trágica de este libro es poderosísima; un ambiente de manicomio lo envuelve; la afición fisonomista del héroe, que se complace en dar noticias estupendas para estudiar las rayas que el pánico ó la cólera pintarán sobre el rostro de su interlocutor; el guiño suigenérico de aquel médico covail que muestra los caninos al reír ¡sólo los caninos! en virtud de un peregrino fenómeno atávico de ferocidad; sus consideraciones acerca de la muerte y de la posición en que debemos dejar los ojos de los cadáveres... todo tiene una originalidad imborrable.
A espaldas del boliche le dió Sebastiana el recado con voz misteriosa, llevándose un dedo á los labios varias veces en el curso de su mensaje. Además guiñó un ojo para que el gaucho «no la tuviese por zonza», dando á entender que sospechaba en qué pararía su aviso. Cuando la mestiza se hubo marchado, Manos Duras tardó en volver al boliche.
Además, me iré primeramente á mi rancho, por si alguien se allega por allá, y sólo á la tardecita entraré en la Presa, como otras veces... Creo que á media noche habré terminado mi negocio y podré salir para alcanzaros. Guiñó un ojo Piola, señalando al mismo tiempo con su diestra el rancho inmediato. ¿Qué dice ella? Cree que nos la hemos llevado para pedirle dinero al viejo.
Palabra del Dia
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