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Actualizado: 24 de junio de 2025


A Martín le pareció aquella portada de piedra amarilla, con sus santos desnarigados a pedradas, una cosa algo grotesca, pero el extranjero aseguró que era magnífica. ¿De veras? preguntó Martín. ¡Oh! ¡Ya lo creo! ¿Y la habrá hecho la gente de aquí? preguntó Martín. ¿Le parece a usted imposible que los de Estella hagan una cosa buena? preguntó riendo el extranjero. ¡Qué yo!

Fueron la válvula de escape del genio nacional; pero esta primavera del arte fue efímera, y en mitad del siglo XVII sobrevino una decadencia grotesca y envilecedora. La pobreza en aquellos dos siglos fue horrible.

En estos escritos del poeta, magistrales en su clase, nos presenta con el mayor acierto lo que constituye el reverso del heroísmo, agradándonos sobremanera ver á la luz grotesca de este espejo cómico á los mismos personajes, que tantas veces nos han interesado por lo patético y lo sublime de sus situaciones trágicas.

Allí permaneció largo rato, contemplando a través de la reja la Virgen del Sagrario. Nacido en la catedral y llevado de niño por su madre a que se arrodillase ante la imagen, la había admirado como el tipo más perfecto de hermosura. Ahora la apreciaba fríamente, con ojos de artista. Era fea y grotesca, como todas las imágenes que son ricas.

El espada, sobradamente alerta, engañose con este movimiento y dio unos cuantos pasos atrás, que fueron verdaderos saltos, huyendo del animal, que no le había acometido. Quedó en una posición grotesca por este retroceso innecesario, y una parte del público rió entre exclamaciones de asombro. Sonaron algunos silbidos. ¡Juy, que te coge! gritó una voz irónica.

Luego de recorrer todos los pisos del castillo central, descendió la procesión al combés, instalándose junto a la piscina. Los emigrantes, acorralados en la proa tras una valla de cuerdas, contemplaban en silencio la grotesca ceremonia. Los balconajes del castillo central llenábanse de gentío.

La multitud se arremolinó, movida por el regocijo, y exclamaciones de alegre curiosidad salieron de muchas bocas. Desfilaba la parte grotesca de la procesión, conservada por el espíritu tradicional como recuerdo de las épocas más religiosas de nuestra historia, que unían siempre el regocijo a la devoción.

No discuto sus razones, Elena; aunque sospecho que fue su indiferencia de usted lo que les dio tanta fuerza. Me callé y no revelé ni por una seña mis verdaderos sentimientos. Si hablo de esto continuó, puede usted creer que no es para que lamente mi suerte, que es más bien grotesca. ¿Por qué? Porque es ridículo ser engañado. ¿Cómo no serlo cuando se ama?

Juntos con el drama y la comedia, atraerán siempre á una gran parte del público el melodrama espeluznante ó la farsa grotesca. La cinematografía no iba á librarse de esta división impuesta por los dos gustos diversos y antitéticos que se reparten la gran masa del público.

«¡Oh, qué ridículo viaje por salas y pasillos, a obscuras, a las dos de la madrugada, en busca de un imposible, de una grotesca farsa... de un absurdo cómico... pero tan amargo para ella!...». Y Ana, sin querer, como siempre, mientras iba a tientas por el salón, pero sin tropezar, pensaba: Y si ahora, por milagro, por milagro de amor, Álvaro se presentase aquí, en esta obscuridad, y me cogiese, y me abrazase por la cintura... y me dijera: eres mi amor...; yo infeliz, yo miserable, yo carne flaca, qué haría sino sucumbir... perder el sentido en sus brazos.... «¡, sucumbir!», gritó todo dentro de ella; y desvanecida, buscó a tientas el sofá de damasco y sobre él, tendida, medio desnuda, lloró, lloró sin saber cuánto tiempo.

Palabra del Dia

rigoleto

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