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Actualizado: 15 de junio de 2025


El tiempo, entretanto, continuaba su obra devastadora; pasaron los años, muchos, cerca de cuarenta, y una mañana la Camargo lloró ante el espejo viendo que sus mejillas habían perdido su frescura, que sus ojos no tenían brillo y que eran grises sus cabellos. Entonces, majestuosa y triste como una reina que abdica, pidió su retiro, que Luis XV la otorgó con una pensión vitalicia de 1,500 libras.

Hullin era un hombre rechoncho y fornido, de ojos grises, labios gruesos, nariz corta, con una hendedura en la punta, y pobladas cejas canosas.

Tenía puesta una bata de un gris muy claro, guarnecida con encajes y lazos del color que toma el granate cuando la luz le hiere. Las medias, de finísima seda, eran del mismo color, y ceñían sus pies unas chinelas grises, que aun siendo muy pequeñas, eran grandes para ella.

Se destacaron sobre la llanura, como libélulas grises, varios aeroplanos dispuestos á volar. Muchos hombres se agrupaban en torno de ellos. Los campesinos convertidos en soldados consideraban con admiración al camarada encargado del manejo de estas máquinas. Veían en su persona el mismo poder de los brujos venerados y temidos en los cuentos de la aldea.

El gabinetito de Jacinta, inmediato a esta pieza, era la estancia más bonita y elegante de la casa y la única tapizada con tela; todas las demás lo estaban con colgadura de papel, de un arte dudoso, dominando los grises y tórtola con oro.

Me faltaba aire, me ahogaba en mi habitación estrecha, sin horizonte, sin alegría, sin más vistas que la alta barrera de muros grises, almenados, bajo los cuales apenas se veía volar, por rara casualidad, alguna gaviota.

¡El que toque al perro, toca á su dueño! respondió el hombre con una expresión tan amenazadora, que Bobart se estuvo quieto. Al hablar así se había levantado y Herminia no encontró ni un solo rasgo de su marido bajo los cabellos grises y enmarañados y la ruda barba de aquél hombre. Y, sin embargo, era él. ¡Esto es una infamia! exclamó la señorita Guichard; ¡mi perro muerto! Era verdad.

La vida es triste y la pericia del hombre está en alegrarla, en iluminar con brillantes colores los contornos grises de la existencia. Bueno era que aquella mujer le amase según él decía: pero aunque el amor no existiese, resultaba lo mismo. Lo importante era que él se creyese amado. En el mundo se vive de la ilusión y la mentira, y la mayor desgracia es abrir los ojos.

La roca eruptiva presenta sus lineamientos rojizos o grises en los cortes de la orilla, y la vegetación se hace más tosca. Las riberas se alzan poco a poco, y pronto, navegando en lechos profundamente encajonados, nos damos cuenta, por la extraordinaria velocidad de la corriente, de que las aguas corren hacia el mar sobre un plano inclinado. Estamos en la región de los chorros, o rápidos.

Cuando hubo cambiado de traje, cualquiera hubiese tomado al anciano cazador, a pesar de sus grandes bigotes grises, por un aldeano de la montaña alta. Sus dos hijos, muy satisfechos de tomar parte en aquella primera expedición, repasaban las espoletas de las carabinas, y sacando las bayonetas de caza, largas y rectas como espadas, las colocaron al extremo de los cañones.

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