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La hermosura y riqueza que nos dan los hombres perece bajo la espada de los hombres: solo tus inagotables tesoros sobreviven al furor de las armas, al tremendo empuje de los siglos, á la devastadora fuerza de las revoluciones que pasan como el huracan sobre la frente de los pueblos.

El tiempo, entretanto, continuaba su obra devastadora; pasaron los años, muchos, cerca de cuarenta, y una mañana la Camargo lloró ante el espejo viendo que sus mejillas habían perdido su frescura, que sus ojos no tenían brillo y que eran grises sus cabellos. Entonces, majestuosa y triste como una reina que abdica, pidió su retiro, que Luis XV la otorgó con una pensión vitalicia de 1,500 libras.

En la devastadora avenida que arrebataba árboles quebrados y maderas crujientes, y en la oscuridad que parecía deslizarse con el agua e invadir poco a poco el hermoso valle, poco pudo hacerse para recoger los desparramados despojos de aquella incipiente ciudad. Al amanecer, la cabaña de Edmundo, la más cercana a la orilla del río, había desaparecido.

Otra de las grandes familias en que se divide la especie de los mosquitos líricos, es la de los filósofos o trascendentales. No tiene la misma fuerza reproductiva, y por consecuencia no es tan numerosa, pero en cambio es infinitamente más devastadora.

Pero aquella prosperidad acabó, y hubo muchas causas para que así sucediese: primero la devastadora furia con que pusieron fin al Califado cordobés las guerras intestinas de las razas musulmanas agolpadas en Andalucía; luego el crecimiento del poder castellano, que despues de la conquista de Toledo hizo de la tierra septentrional de Córdoba pais de frontera, y por consiguiente de molesto y peligroso vivir; luego causas generales que paulatinamente fueron predisponiendo la opinion nacional contra las poblaciones de origen islamita; por último la pésima administracion de la casa de Austria, que esquilmando á los pueblos para sostener descabelladas empresas militares y cegándoles al propio tiempo todas las fuentes de la pública riqueza, que era lo mismo que ordeñar la vaca sin darle pasto, abrumó á los montañeses de Córdoba con alcabalas y tributos que no bastaban á satisfacer sus ya escasos provechos.

Armose el consiguiente motín, los bípedos se resistieron a abandonar sus franquicias, acudieron a la prensa, dijeron que el echar árboles al suelo era propio de los pueblos primitivos, y que es muy fácil construir una casa, pero que un árbol nadie lo construye mas que la naturaleza; hablaron del hacha devastadora y se autorizaron el dudar de los sentimientos poéticos de los concejales.

Pero ya se habían fatigado de tanto comentario. Tan sólo cuando venía rodada se dejaba escapar alguna alusión mordaz, o se noticiaba al oído algún nuevo descubrimiento. La niña fue a parar a un grupo donde estaban María Josefa, la doncella de la lengua devastadora, y Manuel Antonio, bello siempre como el primer rayo de la mañana.

Pero ¿quién que sintiese como él sentia, quién que como él se viese rodeado de tan rebeldes circunstancias cuando apenas lucia la primer aurora de la libertad de su patria, quién que como él la encontrase amenazada de ser envuelta entre las sombras de una devastadora tempestad en el momento mismo de nacer, no hubiera tratado de evitar á toda costa las tristes consecuencias que resultarian de la desunion entre los elementos políticos que debian formar entonces su mas firme apoyo?

De este modo, el trabajo lo ha cambiado todo en el pueblo; y sin la guerra, que ha hecho sentir hasta estos desiertos su devastadora influencia, ya mis pobres feligreses, menos escasos de recursos, habrían mejorado completamente de situación; sus cosechas les habrían producido más, sus ganados, notablemente superiores a los demás del rumbo, habrían tenido más valor en los mercados, y la recompensa habría hecho nacer el estímulo en toda la comarca, todavía demasiado pobre.