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Actualizado: 25 de junio de 2025


Hasta ahora todas mis cosas han tomado raro giro: me han condenado á una multa por haber visto pasar una perra; ha estado en poco que me empalaran por un grifo; he sido condenado á muerte por haber compuesto unos versos en alabanza del rey; me he huido á uña de caballo de la horca, porque gastaba la reyna cintas amarillas; y ahora soy esclavo contigo, porque un zafio ha aporreado á su dama.

Madrugo. El baño me fortifica y me alegra el espíritu. Tendida en la pila, con la mano en el grifo, dejo que el agua tibia me enerve, y la fantasía como en sopor se detiene en imágenes plásticas tranquilas y suaves. Después tiemblo dentro de la sábana y vuelvo gozosa al calor de mi cuerpo, contenta de la vida que siento circular por mis venas.

-No es eso -respondió don Quijote-, sino que el sabio, a cuyo cargo debe de estar el escribir la historia de mis hazañas, le habrá parecido que será bien que yo tome algún nombre apelativo, como lo tomaban todos los caballeros pasados: cuál se llamaba el de la Ardiente Espada; cuál, el del Unicornio; aquel, de las Doncellas; aquéste, el del Ave Fénix; el otro, el Caballero del Grifo; estotro, el de la Muerte; y por estos nombres e insignias eran conocidos por toda la redondez de la tierra.

Esto era todo para él, que había mandado docenas de hombres de áspera dureza que infundían terror al bajar en los puertos. Nadie le consultaba ahora, mientras que en el mar todos buscaban su consejo y muchas veces necesitaban interrumpir su sueño. La casa podía existir sin que él la visitase diariamente desde las cuevas al tejado, revisando hasta el último grifo.

La propia superiora y una sirviente, la separaron de la bañera. Indudablemente ocurrió, que deseando refrescar el baño, debió abrir por equivocación el grifo del agua caliente, y que aquel ardiente chorro hirió de pronto su pecho y sus manos sin darle tiempo para cerrar la espita.

Pero ¿adónde van ustedes? arguyó la vieja, estupefacta. Carmen se asió a una mano de Salvador, atemorizada, mientras él respondía orgulloso: Vamos a la paz y al amor...; vamos a Luzmela.... ¿También Carmen? Eso no puede ser quiso decir la señora, afilando el grifo de su vocecilla. Pero el médico no la dejó engallarse, y la interrumpió: Carmen también. ¿Y con qué derecho se la quiere usted llevar?

Pues yo... ¿Quiere usted dos vigas de hierro de doble T que me sobraron de la casa de la Carrera? ¿Pues no las he de querer? Yo lo tomo todo, hasta una llave vieja, para cuando se acabe el edificio. ¿Saben ustedes lo que me llevé ayer a casa? Cuatro azulejos de cocina, un grifo y tres paquetitos de argollas. Todo sirve, amigos.

Pero muy presto echó de ver que era muy peligroso tratar con sabios. Suscitóse una fuerte disputa acerca de una ley de Zoroastro, que prohibe comer grifo. ¿Como está prohibido el grifo, decian unos, si no hay tal animal? Fuerza es que le haya, decian otros, quando no quiere Zoroastro que le comamos.

Perdió el marido, el doctor Esquilón, en una provinciana trifulca electoral. Era un orador abundante, como un grifo suelto, y cuando vió que la palabra no bastaba, porque los adversarios llevaban los gauchos en silencio a las urnas, el doctor Esquilón enmudeció y echó mano de las más desaforadas violencias.

Yo quería pedirle permiso para que me consienta coger una de las botellas vacías de agua de Vichy, e ir a llenarla con agua del grifo de los laureles. Nadie me verá ni nadie notará nada. ¿Por qué no? Se lo consiento responde la hermana, sonriendo plácidamente. Sepáranse. Apolonio siente maravilloso alivio; se le ha evaporado una gran pesadumbre de encima del corazón.

Palabra del Dia

lanterna

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