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Actualizado: 8 de junio de 2025


Si no le fuese posible le ruego por la salvación de su alma que vaya a San José y ponga un cirio en el altar de Nuestra Señora y rece con fervor una salve por su desgraciado amigo que de veras necesita de sus oraciones. Godofredo LlotNo bien la hubo leído cuando, volviendo a echarse el mantón sobre los hombros, salió a la calle, montó en un coche y se hizo trasladar a la cárcel.

Godofredo no se hartaba jamás de describir la luz «filtrándose por los cristales de colores, la voz del órgano resonando en sus altas bóvedas, las oraciones de los fieles elevándose entre nubes de incienso, la flecha calada de la torre señalando como un dedo al cieloPor esta razón todas las damas caían en éxtasis cuando se hablaba de él.

Durante la comida, se representaron dos entremeses, uno de los cuales tenia por asunto la toma de Jerusalem, por Godofredo de Bullon. Una de las decoraciones figuraba la gran torre, desde donde los musulmanes proclaman su ley. Un actor, vestido de sarraceno con la más minuciosa propiedad, pregonaba la ley desde la torre en lengua arábiga.

Las relaciones que mi amigo Llot sostenía con su señora cuñada han terminado no porque mediase agravio alguno, sino por un deber de conciencia. ¡Ah, no sabía que Godofredo tuviese un compromiso de honor! De todos modos, debiera declararlo antes del paso que ha dado, o usted en su nombre.

Por esta razón y porque nadie podía disputar a Presentación el premio de la belleza, aquélla continuó imperando despóticamente entre los jóvenes invitados. Su caballero era siempre el odioso Grass, como observaba cada vez con mayor encono Timoteo. Pero de vez en cuando dirigía intensas miradas del lado de Godofredo Llot. Esto no lo observaba Timoteo.

Sus artículos, leyendas y poesías en El Pensamiento Católico y en otras publicaciones religiosas eran cada día más gustadas por el público sano de la España tradicional. Lo que caracterizaba estos trabajos literarios y les prestaba aroma penetrante y embriagador eran la devoción de la Virgen y el entusiasmo por la Edad Media; los dos amores de Godofredo Llot.

A cada momento las hay. ¡Hombre, me dejas sorprendido! ¿Y a beneficio de quién eran éstas? ¡Cómo a beneficio?... ; ¿a beneficio de qué cura se daba la función esta tarde? Godofredo hizo un gesto de resignación y no contestó. Adolfo gozaba extremadamente en embromar y hasta escandalizar a aquel pobre muchacho, fervoroso creyente y dado a las devociones piadosas. Godofredo Llot era de Alicante.

Se había quitado los manteos, quedándose en sotana, libre y desembarazado como si estuviera en su casa. Godofredo se levantó apresuradamente al ver a Mario y sus cándidas mejillas se tiñeron de vivo carmín. ¿ por aquí? ¡Cuánto me alegro! Y le abrazó cariñosamente y le obligó a sentarse, poniéndole una copa delante. D. Jeremías no se levantó.

Es lo mismo que me dice el padre Laguardia manifestó Godofredo con un acento de inocencia que conmovió a la buena prendera. D. Jeremías es hombre de muchas letras. Algo me parece que habrá mojado en este matrimonio, porque le quiere a usted mucho.

Pero en fin, ¿está en casa? preguntó al cabo, un poco molesto de aquella risa inmotivada. ¡Pues no ha de estar, señor! ¡A estas horas no ha de estar! exclamó la primera en el colmo de la sorpresa. D. Godofredo no sale nunca después de almorzar dijo otra. Espera a D. Jeremías para tomar café. No hace más que un momento que ha llegado manifestó la última. ¡Ah! ¿Tiene visita?

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