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Actualizado: 11 de junio de 2025


El espíritu de posesion de riquezas, y de ir haciendo acopio de medios para procurarse en el porvenir toda especie de goces, es ya, por decirlo así, un principio de civilizacion desconocido para los pueblos que se aproximan, tanto como el de Caupolican, al estado primitivo.

El afán de goces, el apetito y sed ardiente de satisfacciones materiales que tan grande parte tenían en el ser moral de Mariano, y que habían de tenerla mayor cuando fuera hombre formado, se objetivaban, valga la palabra, en el hijo de D. José Relimpio. Aquellas pasiones vagas siempre cristalizan, por decirlo así, en envidia, que es unipersonal y antropomórfica.

Si la moralidad de las acciones se ha de tomar de su conducencia, por decirlo así, al bien general de la humanidad, ¿en qué consiste este bien supremo? ¿Es el desarrollo de la inteligencia, es el de la fantasía ó del corazon; es el de las artes útiles que proporcionan goces materiales?

La renta que le quedó era bastante para vivir con desahogo y aun con relativo lujo en Madrid. Se hizo cargo de la administración de las casas y puso orden en sus gastos, procurando, no obstante, que a su tío no le faltasen ciertos goces sin los cuales el caballero no comprendía la existencia. Y siguieron viviendo alegres y satisfechos en la mejor armonía.

No pudo desconocer, ciertamente, la dicha que entraba en su casa, que era, antes de la adopción de Herminia, como una jaula sin pájaro y que ahora llenaba la niña con sus risas, con sus cantos, con su alegría. Pero Clementina era menos accesible á estos goces deliciosos que á la áspera satisfacción de pensar veinte veces al día: "He perjudicado á Roussel."

Y uno en otro confiados Viven en su amor tranquilos. ¡Ah, qué santas alegrías! ¡Ah, qué goces no sentidos Vuelan como blancas hadas Por la cuna de los hijos! ¡Cada cuadro es un recuerdo, Cada mueble es un amigo, Cada lágrima es un beso, Cada dicha es un suspiroMi marido abrió los brazos. ¡Qué alegría, Dios mío! Y es que no hay canciller como un poeta lírico para «hacer las paces...»

Una gran pasión vino á endulzar los últimos años de su vida, pasión mística que le procuraba goces inefables.

Yo me encargo de pagarle la pensión en casa de Candelaria dijo Barbarita, secreteándose con su hija como los chiquillos que están concertando una travesura . Me parece que debo empezar por comprarle una camita. ¿A ti qué te parece? Replicó la otra que le parecía muy bien y se consoló mucho con esta conversación, dándose a forjar planes y a imaginar goces maternales.

París era completamente nuevo para él, porque había vivido en el campo bajo la férula inflexible de su padre hasta el momento de partir para el Senegal. Gustó tan tarde de los placeres, que no tuvo tiempo para saciarse. Todo le parecía hermoso, los goces de la mesa, las satisfacciones de la vanidad, las emociones del juego y hasta las austeras alegrías de la familia.

Huberto no sería jamás un hombre de casa, capaz de comprender estos íntimos placeres. ¡Y ella habría deseado imitar a sus padres que eran tan felices en su inalterable comunidad! El señor y la señora Aubry envejecían juntos, en una ternura recíproca que los años no debilitaban. Su ejemplo probaba a María Teresa que no se engañaba ambicionando los goces de la familia.

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