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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Para muchos la intervención de la Providencia era patente, y a su amparo el príncipe, extrayendo de cada ocasión un ejemplo, completaba su obra. Nada de albedríos diseminados, nada de figurerías ni arrogancias que estorbasen el poder. La unidad era el primer precepto de su Arte Real, la unidad invulnerable y absoluta, a imagen y semejanza de aquella otra unidad que gobernaba los orbes.
No obstante habia cierto fundamento, no sé si verdadero ó falso, que el teniente de San Lorenzo, quien gobernaba la partida de presidarios de dicho pueblo en las vecinas estancias, habia llevado á los reales de Gomez Freire los dos sobredichos españoles, y que en ellos estaba detenido en rehenes.
Lo que propiamente llamamos amor, la verdad, Fortunata no lo sentía por su amigo; pero sí le tenía respeto, y el cariño apacible a que era acreedor por su hidalgo comportamiento. Teníale ella por la persona más decente que había tratado en su vida. ¡Y cuánto sabía! ¡Qué experiencia del mundo la suya, y con qué habilidad se las gobernaba!
Solo cuando sobrevenian huéspedes de mucho respeto y calidad, le era permitido comer con ellos fuera del refectorio; pero las pequeñas distinciones de esta especie estaban mas que compensadas en beneficio de la humildad cristiana, porque ese mismo abad que gobernaba la comunidad y podia castigar á los monges rebeldes é viciosos, y ante el cual se prosternaba el castigado hasta tocar con su frente el suelo, cubriéndose con la cogulla en señal de confusion, ese superior respetado y temido lavaba y besaba imitando á Jesucristo los piés á sus subordinados en el dia solemne que consagra la Iglesia á esta conmemoracion conmovedora.
Y viendo Viracocha Inca la ciudad tan bien obrada y edificada é los edificios della, é supo la órden y gobierno que Inca Yupanqui en ella habia puesto, ansí de los depósitos como de lo demás, tocante al bien de su república, y el amor que todos le tenian, ansí los de la ciudad como los demás caciques y señores, por el buen gobierno con que los gobernaba y mercedes que él ansí les hacia, en presencia de todos los señores del Cuzco y caciques que allí estaban, viendo la suntuosidad que representaba la ciudad é sus edificios, dijo Viracocha Inca á Inca Yupanqui: "Verdaderamente tú eres hijo del sol; yo te nombro rey y Señor."
Por este apellido, algunos guasones de su pueblo se burlaban de ella diciendo que venía de Santa Rita. Total: que ella no era santa, sino muy pecadora, y no tenía nada que ver con la Doña Guillermina de marras, que ya gozaba de Dios. Era una pobre como ellos, que vivía de limosna, y se las gobernaba como podía para mantener a los suyos.
Madero, un hombre bueno, que gobernaba moviendo veladores y conversando con los espíritus, fué cazado á balazos, lo mismo que un corderillo dulce, en las cuevas del palacio presidencial. El alcohólico Huerta acabó sus días en una cárcel de los Estados Unidos, desesperado porque no le dejaban beber. Al viejo Carranza, que parecía construido para vivir un siglo, lo acaban de asesinar.
Voltaire a los doce escribía sátiras contra los padres jesuitas del colegio en que se estaba educando: su padre quería que estudiase leyes, y se desesperó cuando supo que el hijo andaba recitando versos entre la gente alegre de París: a los veinte años estaba Voltaire preso en la Bastilla por sus versos burlescos contra el rey vicioso que gobernaba en Francia: en la prisión corrigió su tragedia de Edipo, y comenzó su poema la Henriada.
Seguia la infantería hecho un solo escuadron de toda ella, donde gobernaba Corbarán de Alet Senescal del ejército. Llevaba en la frente solas dos banderas, contra el uso comun de nuestros tiempos, que suelen ponerse en medio del escuadron como lugar más fuerte y defendido.
Si la comida era mala, risas; si el coche que les llevaba a la Cartuja iba danzando en los baches del camino, risas; si el sacristán de las Huelgas les contaba mil papas, diciendo que la señora abadesa se ponía mitra y gobernaba a los curas, risas. Y a más de esto, todo cuanto Jacinta decía, aunque fuera la cosa más seria del mundo, le hacía a Juanito una gracia extraordinaria.
Palabra del Dia
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