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Actualizado: 29 de junio de 2025


Aquí entra, en mi sentir, la inexplicable tontería, el idiotismo perverso del Fausto de Göethe, sobre todo en lo más humano y menos simbólico, en la primera parte, en sus amores con Margarita. No digo yo un caballero particular cualquiera, que no haya estudiado libro alguno y que se caiga de tonto, sino el propio Pedro Urdemalas no lo hace peor que Fausto lo hizo.

Los pequeños trotaban delante, con la boca abierta por la misma impresión de sorpresa. Eran emigrantes que acababan de desembarcar de los buques llegados antes que el Goethe, y se metían ciudad adentro, en compañía de los amigos que les habían esperado en el puerto. Todos somos unos dijo Ojeda alegremente . Todos venimos a lo mismo. Sólo que ellos entran a pie y nosotros en automóvil.

Habían llegado al buque en franca enemistad. Hasta el último momento habló ella de la conveniencia de fugarse. Propuso nuevos paseos por el interior de Río Janeiro, se retardó en los cafés y las tiendas, con el visible propósito de que pasase el tiempo y el trasatlántico se marchara sin ellos. Al final, Ojeda se había irritado, imponiendo autoritariamente la vuelta inmediata al Goethe.

Así, Mefistófeles es chico diablo. Aunque sabe y puede bastante, está en una posición relativamente humilde, en la jerarquía de los espíritus. Se columbra que Goethe comprende a Dios por cima de la naturaleza, y llenándola toda e infundiendo en ella la hermosura y la vida.

Si con relación a la escuela de la voluntad individual, pudo Goethe decir profundamente que sólo es digno de la libertad y la vida quien es capaz de conquistarlas día a día para , con tanta más razón podría decirse que el honor de cada generación humana exige que ella se conquiste, por la perseverante actividad de su pensamiento, por el esfuerzo propio, su fe en determinada manifestación del ideal y su puesto en la evolución de las ideas.

Marta oía a Nepo con más placer que si le fuera recitando la primavera temprana de Goëthe. ¿De modo... que ellos van a arruinarse? ; ya no tiene remedio. La culpa es suya. Suya.... Empezó él... siguió ella... después los dos...; después todo el mundo.... Usted lo ha visto: aquella casa es un hospicio; los cómicos nos han comido un mayorazgo..., y como la fábrica va mal....

Por último, la defensa, a más de ser sofística, es inútil para Goethe, en quien no vemos esas malas cualidades que le suponen, convirtiéndolas en buenas o cohonestándolas por la inmoral doctrina del culto del genio.

Pero la certidumbre expresada por Goethe y afirmada después por la Condesa d'Arda ¿qué podía valer contra las persuasiones del instinto vital? ¿A cuántos impide amar nuevamente el saber que el nuevo amor terminará como el primero? La certidumbre de morir que se tiene ¿es acaso una razón para suicidarse?

Sin duda es admirable la fuerza creadora de Goethe, que tan real nos presenta a Margarita y que por tal arte la circunda de candor, que, apesar de todas sus faltas, sigue pareciéndonos inocentísima, como si hubiere en ella un numen maléfico que le roba responsabilidad y libre albedrío.

Estas naturalezas artísticas pero frias, no se gastan jamás y producen siempre, y á ellas corresponden Voltaire y Goethe, que debieron á esta circunstancia el poder alcanzar una ancianidad serena.

Palabra del Dia

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