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Ayer era un hombre de mundo, un verdadero gentleman, y, hasta puedo decirlo prescindiendo de falsas modestias, un caballero cuyo trato se disputaban todos. Hoy sólo soy un notario. ¿Y quién sabe si lo seguiré siendo mañana? Una indiscreción del lacayo bastaría para divulgar esta estúpida aventura.

Desea su muerte, gentleman, y si no puede organizar lo de la inyección venenosa, buscará otro medio. Debe ayudarle en estos planes el vanidoso Golbasto. Ya no creo que el tal Golbasto sea un gran poeta, ni mediano siquiera. La otra noche quise releer sus versos, y me parecieron despreciables. ¡Ay, no poder permanecer yo á su lado, gentleman, para seguir su misma suerte!...

Edwin, al oir mencionar al Padre de los Maestros, quiso saber por qué razón su máquina rodante y su litera tenían la forma de una lechuza. En nuestro país, gentleman continuó el profesor , procuramos dar á todos los objetos una forma artística y simbólica, de acuerdo con los gustos ó la profesión de sus dueños. La lechuza es el emblema de nuestra ciencia.

Estas son, generalmente, mujeres intelectuales, que, dedicadas á un trabajo mental y sintiendo ambiciones puramente idealistas, no han tenido tiempo para pensar en el amor y se mantienen en laborioso celibato. Yo he vivido también así, gentleman, pero no crea que he seguido sus costumbres.

Esta mañana no pude venir, gentleman, porque asistí á una reunión de autores de la Gran Historia de las Mujeres Célebres. Necesitaba dar cuenta del estado actual del tomo cincuenta y cuatro, de cuya redacción estoy encargado. Falta poco para que lo termine, pero con la llegada de usted tuve que suspender tan importante trabajo.

Los representantes de la autoridad no le dejaban aproximarse al gentleman; pero aunque le permitieran atender á su alimentación, ¿qué podía hacer un catedrático de tan escasa fortuna como era la suya?

Adivino sus nuevas preguntas, gentleman. Quiere usted saber para qué sirve nuestra flota, y yo le diré que para lo mismo que sirve nuestro ejército. La juventud entusiasta, que no gusta de los uniformes de las tropas terrestres y desea viajes y aventuras, entra á prestar sus servicios en las tres escuadras de nuestra Federación ó en la flota aérea.

Pero reconoció al capitán Flimnap, que le gritaba, abriendo los brazos: ¡Deténgase, gentleman! ¿Adonde va?... Le pido perdón por el olvido de que ha sido objeto. Los culpables son esas gentes de la administración del ejército, que, como no están acostumbradas al nuevo servicio, equivocaron mis órdenes. Pero vámonos á la playa; deben haber llegado ya doce furgones llenos de víveres.

Hasta iba en busca suya, y el conde se dejaba traer, con sus libros de misterios y su prodigioso rosario, sin hablar una palabra de lo que había descubierto en sus viajes. Al ver el príncipe á Lewis después de dos años de ausencia, tuvo que disimular su triste sorpresa. Sólo los ojos, claros, reposados y dulces, recordaban la perdida frescura del gentleman elegante y vigoroso.

El Hombre-Montaña contestó á este saludo general moviendo sus dos manos y luego se inclinó cortésmente. ¡Cuidado, gentleman! ¡Acuérdese que estoy aquí! gritó Ra-Ra. Con el inesperado movimiento de su conductor, el pigmeo había saltado fuera del bolsillo y se mantenía agarrado al borde.