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Actualizado: 11 de junio de 2025


Durante un viaje hecho á Méjico, algunos años antes, habia recibido servicios de hospitalidad muy generosos en ese país, concibiendo un afecto profundo por la sociedad hispano-colombiana. Así, al vernos, habia creido poder corresponder indirectamente las finezas de que habia sido objeto, mostrándose amable con dos colombianos desconocidos.

Olvidemos las diatribas de San Crisóstomo a nuestro sexo, en gracia a este consejo tan prudente, tan profundo y tan bello, verdadero resumen de la bondad. Anticipémonos siempre a «hacer las paces». No detenga nuestros generosos impulsos un erróneo empeño de amor propio. Quede siempre ahogado el amor propio por el amor conyugal.

De nuevo agradecí al Almirante sus buenos consejos y generosos ofrecimientos, haciéndole presente que, si necesario fuera el sacrificio de mi propia vida para honrar al Almirante cerca de Estados Unidos, pronto estaba dispuesto á sacrificarla.

Ambos fueron justos, ambos valientes y generosos, piadosos y clementes, en ambos lucieron las dotes que distinguen á los grandes reyes, y sin embargo ni el uno ni el otro lograron hacer época en los anales de la civilizacion árabe-hispana.

Al redactar este escrito me dejo llevar por un impulso involuntario, reconociendo lo poco que importa mi protesta y lo débil que es este alarde de patriotismo al lado de los que hacen y seguirán haciendo muchos generosos y nobles españoles, como, por ejemplo, los que residen en Méjico, y en la Península el sabio Obispo de Oviedo y el noble Marqués de Comillas.

Te hubiera reconocido entre cien mil personas, sin antecedentes, sin estar prevenida, sin aviso de que estuvieses entre ellas. Además, ¿qué mérito hay en ? Quien te ve una vez no es posible que te olvide. Gracias, gracias; me confundes con tus elogios indulgentes y generosos. Digo la verdad. Y luego no has cambiado en la cara.

Como soy muy indulgente para con los otros, no es tan de censurar que lo sea también para conmigo misma. Por eso me dejo llevar de mis generosos afectos, harto poco en consonancia con una moral rígida, y de mi inclinación irresistible a lucir las prendas de que me dotó el cielo y a dar con ellas a los seres que me son caros ventura y deleite.

Predomina por la simpatía, por sus actos generosos, por la fuerza benéfica de su actividad; no por el terror, base de todas las grandezas del pasado. Lubimoff recuerda las dudas de un año antes. Nadie podía creer que un pueblo sin ejércitos improvisase una fuerza militar igual á las de la vieja Europa.

Antagonismo de cabezas ligeras y corazones calientes, como fueron todos esos oficiales de la guerra de la Independencia, aristocráticos hasta la médula, desprendidos, generosos, con el sentimiento más que con la razón de la causa por que jugaban la vida, enardecidos por la lucha y siguiendo la bandera de su jefe con la ciega obstinación de un oficial de Wallenstein en la guerra de treinta años.

Ya las amistades y parentescos estaban tan explotados, que si se tiraba un poco más de la cuerda, era fácil que se rompiera. Los más generosos empezaban a poner mala cara, y los cicateros, cuando se les iba a cobrar la cuota, decían que no estaban en casa.

Palabra del Dia

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