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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Nosotros los pobres no triunfamos jamás un día entero. Querer ganar una fortuna enorme con un pequeño capital equivale á querer perder el pequeño capital. Los dos quedaron desalentados; pero Novoa parecía haber sufrido el contagio de las ilusiones de su compañero, y sintió la necesidad de reanimarse con una fantasía de jugador. ¿Sabe usted, Spadoni, cuánto puede ganarse con mil francos?

Sobre el mar sólo estaban él, la barca que se aproximaba y una curva negra que acababa de surgir y que se contraía espantosamente sobre una gran mancha de sangre. El atún había muerto... ¡Valiente cosa le importaba! ¡La vida de su hijo único, de su Antoñico, a cambio de la de aquella bestia! ¡Dios! ¿Era esto manera de ganarse el pan?

Te hallas, pues, y te has hallado desde que te escapaste en posición muy ventajosa. La mayoría de los hombres consumen la vida en ganarse la vida, y, como se la ganan perdiéndola y gastándola, no les queda vida de sobra ni para amar, ni para deleitarse, ni para trazar heroicos planes y realizarlos luego, ni para otros mil asuntos que debemos calificar de lujo y de poesía.

Aquello no podía ser de peor pata. ¿Era que deseaban su muerte?... Y la pobre mamita, aterrada por los tétricos pronósticos del torero y su vehemente enfado, intentaba sincerarse. ¿Cómo iba ella a pensar en eso? Era una pobre que necesitaba ganarse una peseta para los pequeños. Había que tener buen corazón y dar gracias a Dios porque se había acordado de ellos, librándolos de miserias iguales.

La necesidad de ganarse la subsistencia en un país extranjero, cuya lengua empezaba á conocer, hizo que sólo se ocupase de su persona. La vida agitada y aventurera de los pueblos nuevos le arrastró á través de los más diversos oficios y las más disparatadas improvisaciones.

¡Demonio! Y por la espalda. Nada más merecido. Estuvo en el fregado del sesenta y seis, la cuartelada de San Gil, con el honrado intento de ganarse el tercer entorchado y la cartera de Guerra...; por de contado, detrás de la cortina, como siempre... y fuera de su casa y bien disfrazado.

Transcurrieron varios meses. Rosalindo trabajaba todos los días como un obrero de buenas costumbres. A pesar de que había sido hombre de pelea, evitaba las cuestiones en este mundo compuesto de gentes bravas y de todas procedencias, que para ir á ganarse el jornal llevaban siempre el cuchillo y el revólver.

Sin embargo, desde que su partida había sido totalmente destruida, habíase reformado, y en vez de sacar provecho de ciertos datos que había adquirido durante su vida de bandolero, trabajaba para ganarse su subsistencia a bordo de un buque inglés.

Era gracioso y hacía reír con sus ocurrencias, sin poderlo remediar: de la manera más espontánea, sin chocarrerías ni bufonadas, y sin que ni remotamente se descubriera en él el propósito de ganarse por aquel mérito las voluntades y de adquirir reputación y valimiento.

Viuda y con poco dinero, aunque también sin hijos, Aurora volvió a Madrid, donde las disposiciones y hábitos de trabajo que había adquirido no pudieron tener empleo por no existir aquí grandes almacenes, y los que hay, están servidos por esos gandulones de horteras, que usurpan a las muchachas el único medio decoroso de ganarse la vida.

Palabra del Dia

mármor

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