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Actualizado: 27 de julio de 2025


Antonio lanzó hacia él una mirada de odio. ¡Cómo trasnochaban aquellas gentes! Estarían jugándose el dinero... ¡Si tuvieran que madrugar para ganarse el pan! ¡Iza! ¡Iza! Que van muchos delante. El compadre y Antoñico tiraron de las cuerdas, y lentamente se remontó la vela latina, estremeciéndose al ser curvada por el viento.

La dura necesidad de ganarse el pan con el trabajo físico, hacía del vigor un culto, convertía en diversión los alardes de resistencia de los más fuertes, admiraba como héroes á los grandes partidores de leña ó á los expertos barrenadores, y para dar carácter de fiesta á todos los esfuerzos del músculo en el diario trabajo, asociaba á sus juegos al buey, manso y sufrido compañero de la miseria campestre.

Y malo sería que cuando cada quisque tiene la mano en la garganta del vecino y cada baroncillo marcha al frente de su mesnada contra el primero que se le ponga en el camino, no tuvieran medios de ganarse la vida en aquel río revuelto los quinientos arqueros ingleses que forman la invencible Guardia Blanca.

Entonces creyó percibir que él hasta muy tarde, hasta ya viejo, había empleado y gastado la vida en ganarse la vida y había carecido, acaso por dicha, de desahogo y de vagar para fingirse primores ideales y ponérselos ante los ojos del alma, como atractivo de su deseo.

Montenegro temía que su jefe supiera a aquellas horas dónde había pasado el domingo. Conocía las costumbres de la casa: el espionaje a que se dedicaban los empleados para ganarse el afecto de don Pablo. Varias veces notó que don Ramón, el jefe de la oficina y director de la publicidad, le miraba con cierto asombro. Debía estar enterado de la reunión; pero a éste no le tenía miedo.

Porque lo que es con plena conciencia estoy convencido de que esta mujer no es coqueta ni sueña en ganarse voluntades para satisfacer su vanagloria. Hay sinceridad y candor en Pepita Jiménez. No hay más que verla para creerlo así.

Tenían para ganarse el pan un arte estudiado concienzudamente, y se colocaron en seguida en las catedrales como organistas y maestros de capilla. Los cabildos se los disputaban.

Hay que ganarse la vida.... Además, ¿por qué no decirlo? desde que murió Alberto gusto de entrar en la taberna más que antes. Cada uno mata su pena como puede. Estoy en los setenta, y á esa edad, cuando hay que levantarse antes del alba para ir á los Mercados centrales á comprar el género, un vasito de vez en cuando es la mejor de las medicinas. ¿No lo cree usted así, señor comisario?...

Pero volviendo al hilo de la historia, digo que esta Reducción de San Joseph, de indios Boxos, Taotos, Penotos y algunas familias de Xamarós y Piñocas, es felicísima á la suerte de los Misioneros que allí asisten, por ser este pueblo la puerta por donde se entra á otras muchas naciones, por lo cual ofrece comodidad, así para reducir muchas almas á nuestra santa fe, como para ganarse muchas coronas de premios en la gloria.

En la fábrica comenzaron las bromas por parte de sus enemigas, que le preguntaban irónicamente cuándo se casaba, y la llamaban de apodo «la Pastora», por tener amores con el nieto del tío Tomba. Temblaba de inquietud la pobre Roseta. ¡Qué paliza iba á ganarse! Cualquier día llegaba la noticia á su padre.

Palabra del Dia

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