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Actualizado: 19 de septiembre de 2025


Recuerdo que un dia cierto baron ó conde muy estimable, me invitaba á dejarme presentar en Palacio para conocer la Corte de cerca y besar la mano á la reina. Le contesté riendo: «Señor mio, no tengo inconveniente en besarle la mano á una dama; por galantería; pero cuando la dama fuese reina, me sentiría humillado en mi altivez de republicano.

Una casualidad inconcebible: yo creí llevar más seguro el brazalete en el brazo, y una audacia de ese joven... ¡Una audacia!... Más bien una galantería. No es lo mismo, pero me agrada tu declaración; ya le disculpas, y eso significa mucho: eso significa, Clara, si yo no me equivoco... Que le hago justicia. No, que le amas. ¡Que le amo! ¡En una hora!...

Ha sido usted muy amable cumpliendo tan puntualmente su promesa... Grande es mi contento... Y le tendió la mano, que el inspector general besó con caballeresca galantería. No había de olvidar lo prometido repuso Delaberge reteniendo un momento los dedos de la joven entre los suyos. ¿De qué se trata, señora mía?

Y es que el granadino, por pasión ingénita ó genérica, y por galantería característica, ha hecho de la mujer un ídolo, en lugar de hacer una compañera. Puede decirse que ella es la reina del palenque en que lucha el varón toda su vida. Para ella y por ella quiere ser guapo, elegante, valiente, rico, poderoso. Ella es á un tiempo juez y premio del torneo.

Era puro deseo de retardar en apariencia la llegada de la vejez; precauciones, según propia afirmación, para no parecer la abuela de sus hijas y para sentir una indefinible satisfacción cuando en la calle echaban una flor descarriada a su garbo de buena moza. En cambio, su criada era poco sensible a la galantería callejera.

Descuide usted, Butrón, pero le encargo también que no tarde en mandármelas si las recibe usted primero. ¡Oh! replicó Butrón con mucha galantería . Imposible es que Jacobo cometa semejante pifia...

Ya sabemos que dibujo mal dijo clavándole una mirada provocativa, relampagueante, que obligó al joven a bajar la suya. No es cierto eso; no dibujas mal respondió él en voz baja y levemente temblorosa, acercando el rostro al papel que Venturita tenía sobre el regazo. Pura galantería. Convendrás en que podía estar mejor. Mejor... mejor... todo puede estar mejor en el mundo. Está bastante bien.

Hasta la viuda ajamonada que le daba siempre la razón comenzó a quitársela y apoyar con vivas cabezadas lo que Miguel manifestaba; pero esto, según se supo después, fue porque la viuda le propuso un cambio de habitaciones, fundándose en que el oficial paraba muy poco en casa y le bastaba un cuarto más pequeño; no tuvo aquél la galantería de aceptar el trueque, y se captó para siempre su antipatía.

Entonces el hermoso mancebo, justamente indignado, pero olvidando por el estado de ofuscación en que se hallaba todos los artículos del código de la galantería, descargó una bofetada en el rostro de su querida, y después otra, y después otra... en fin, una sopimpa más que regular.

Hazme el favor de dejarme. He dicho que me iba y no me vuelvo atrás profirió en tono resuelto frunciendo el entrecejo. El guapo se enfureció otra vez, y olvidando toda galantería, la insultó groseramente.

Palabra del Dia

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