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Actualizado: 19 de junio de 2025
Luciana nos hace ver maravillosamente dijo con galantería Lacante una ley fatal de nuestra pobre humanidad, que la conduce a concebir la existencia de Dios como un dogma necesario, mientras es incapaz de establecer racionalmente ese dogma. Este callejón sin salida añadió riéndose es el gran infortunio de los filósofos.
Nada había en ellos que autorizase al mundo para suponerles unidos por un lazo más estrecho que el de la superficial amistad engendrada con el trato del medio social en que vivían. Existían en cambio poderosos indicios para suponer que, si algún exceso de galantería mostraba Félix Aldea hacia Margarita de Algalia, no eran enteramente desinteresadas sus intenciones.
Pues entonces, voy a decirle algo más: entre estas cartas, en las cuales casi se le acusa de traición, hay una de un amigo que lo conjura a no caer nuevamente en una debilidad que parece serle habitual: la de dejarse seducir por las mujeres, de dedicar una parte demasiado grande de su tiempo, a la galantería... Ese amigo que lo escribe como si ya supiera que en realidad una nueva aventura con otra mujer lo distrae del cumplimiento de su deber para con sus compañeros... ¿Por qué evita usted ahora mis miradas?
Los añafiles y atabales, los albogues y tamboriles resonaban alegremente por la estancia: algunos mancebos ya habían dado muestras de su destreza ensayando los asaltos y bailes que tanto tenían de desenfado árabe, como de galantería castellana.
En suma, y en mi opinión, que creo fundada, el Barón es un modelo de cortesanía. Sólo han podido los maldicientes echarle en cara un defecto, del que, a mi ver, se ha corregido. El defecto, si lo es, consiste en su extremada galantería, muy en desacuerdo para muchos con la edad provecta a que ha llegado.
Yo me encuentro muy retebién aquí. Guardó silencio la joven y bajó los ojos, dudando qué partido tomar. Pero al levantarlos vió pintada en el rostro de las jóvenes presentes una sonrisa de burla. Su orgullo se embraveció súbito con tan cruel espuela. Alzó la cabeza de un modo arrogante y dijo con voz firme: Está bien. Quede usted con Dios, y gracias por la galantería.
La mitad es debida al juego teatral de los espejos interiores; debida á la mágia parisiense. Aquí todo tiende á ser mágico; hasta la bota con que pisamos el lodo inmundo: la misma bota, el mismo zapato, la humildad aplicada al vestido del pié, lleva aquí detrás su cortejo, su galantería; au soulier galant.
El mismo dia les predicó en mis barbas el mismo sermon á otras tres ó cuatro empedernidas del momento, con una admirable fogosidad de galantería.
Comprendió que su ídolo se hallaba bajo el influjo de uno de aquellos engreimientos en ella tan comunes, y se levantó del banco resuelto á irse. Pero antes de llegar á la puerta salióle al encuentro la morenita del columpio, que estaba agradecida de su galantería. ¿Adónde tan solo, hijo? Pues á la calle, niña respondió Uceda haciendo esfuerzos por sonreir. ¿Cómo? ¿de marcha ya?
«No, tonto, si tengo más». Después, viendo que su galantería no era estimada, le enseñó la lengua. «¡Grandísimo tuno, me haces burla, a mí!...». Y él, entusiasmándose, volvió a sacar la lengua, y habló por primera vez en aquella conferencia, diciendo muy claro: «Putona».
Palabra del Dia
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