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Actualizado: 19 de junio de 2025


Se pasó largo tiempo sin ver que la pobre languidecía, y el día que lo advirtió experimentó una viva contrariedad. Su mujer y su hija le adoraban tal como era. Trataba a la duquesa con la misma galantería que al día siguiente de la boda, y hacía saltar a Germana sobre sus rodillas como cuando tenía tres años.

Robledo, que había recobrado su tranquilidad, dijo gravemente: Estoy seguro de ello... Pero todavía es usted joven y tiene tiempo para esperar. Tal fué su arrobamiento al oir esta respuesta, que acabó por acariciar el rostro de su acompañante con los lentes que tenía en una mano. ¡Oh, la galantería española!... Pero separémonos; guardemos nuestro secreto ante un mundo que no puede comprendernos.

Y no existiendo la vida política en Francia, no había más posibilidades de aplicación para las aptitudes personales que la guerra, la devoción y la galantería, por lo que, a ellos como a nosotros, a la caída del viejo régimen, les faltaron las aptitudes para el nuevo, que no eran improvisables, porque se necesitan años, por lo menos, para deshacer o rehacer en el espíritu la obra de los siglos.

Jamás una palabra de galantería, pero una confianza absoluta y la deferencia lisonjera de elevar la conversación cuando se dirigía a ella, demostrándole de ese modo tan galante, sin decirle una palabra, que con ella no podía hablarse vulgaridades como a las demás, porque estaba mucho más arriba de todos y de todas. Un día supo que había roto sus relaciones con Lucy Marry.

Inesilla les servía. El alférez devoraba con los dientes una pechuga de perdiz, y con los ojos el redondo cuello y el alto seno de la muchacha, soltando uno que otro guiño y una que otra frase que la joven recibía sonriéndose. ¿Y qué decís de esto? dijo entre un bocado, un guiño y una galantería soldadesca á la muchacha el alférez.

Claro está que si cometo la torpeza de pintárselo como un héroe, ella no podrá menos que enamorarse. "Decididamente mi opinión es esta: con el recuerdo de la ocasión en que se hablaron con tanta galantería, el año pasado, los dos se habían llenado la imaginación y deseaban volverse a ver; se vieron y la pasión no se produjo. Yo deseo infinitamente que así sea.

Después de despedirse de doña Inés a las siete de la noche para volver a su casa, Juanita se encontró en la antesala con el señor don Alvaro, el cual vino hacia ella con suma galantería, y le dijo: Ingrata, cruel hechizo de mi vida, ¿por qué eres tan tonta y tan terca? Quiéreme y amánsate. No sabes lo que te pierdes con no quererme.

Bien lo echó de ver enseguida y rehuyó enamorarse de los que, por pasatiempo o galantería, la festejaban. No era tipo acabado de belleza; faltábale gallardía en la figura, amplitud de formas, color en las mejillas.

La mujer de Paris trabaja tanto como el hombre, tiene mejor sentido que él, vive más honrada que él, no por la galantería jactanciosa de los tiempos hidalgos, sino por los oficios que presta, y esto explica en gran modo las creaciones casi fabulosas de esta rica ciudad.

Todos sonrieron menos la interesada, que le miró con sorpresa abriendo mucho los ojos. ¿Cómo fortuna? Fué necesario que el general le diese la galantería mascada; sólo entonces la pagó con una sonrisa. ¿No es verdad que ha estado muy bien Gayarre? dijo Clementina. ¡Admirable! como siempre respondió su cuñada. Yo le encuentro falto de maneras expresó el general.

Palabra del Dia

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