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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Pudiera haberse salvado si con anticipacion hubiera emprendido la fuga, como se lo aconsejaban algunos sugetos bien intencionados, pero le fué menos sensible perder la vida que abandonar sus intereses, adquiridos á costa de un descontento general, que le puso en aquel estado y situacion.
Movíase desconcertado; bastaba que el toro agitase su cabeza, para que, tomando este gesto por un avance, echase los pies atrás, retrocediendo a grandes saltos, mientras el público saludaba estos conatos de fuga con un coro de burlas. ¡Juy! ¡juy!... ¡Que te coge!
Si fuese casado, si dejara tras su fuga una mujer que llorase su traición, hijos que le llamaran en vano, aún comprendería aquella resistencia; la repugnancia de un corazón bueno que no quiere que su amor deje tras sí la maldición de una familia dispersa. Pero ¿a quién abandonaba en su fuga? A su madre nada más, que se consolaría al poco tiempo sabiendo que estaba sano y era feliz.
Tan pronto la ametralladora que estaba montada, comenzó á vomitar cientos de balas por minuto, los alzados emprendieron precipitada fuga, perseguidos muy de cerca por el aguerrido oficial Luis Hernández, el cual llegó tan cerca de los grupos rebeldes, que su machete aún guarda, huellas de la sangre de algunos de ellos.
Al fin había huido por no afrentar de cerca a su familia, y si vivía en el pecado, era entre hombres de cierto linaje, siempre con personas decentes, como si influyesen en ella los respetos al rango de su familia. Pero quedaba la otra, la mayor, la casada, y ésta quería acabar con todos los parientes matándolos de vergüenza. Su vida conyugal, después de la fuga de Mercedes, fue un infierno.
Para castigar á los directores de una asonada revolucionaria perjudicial para los grandes intereses de la comunidad todos los medios son igualmente aceptables, y tanto da uno como otro; desde el consejo de guerra sumarísimo hasta la convencional y elástica "ley de fuga".
Pero, obligados del esfuerzo del trozo vencedor que los cargó impetuosamente, tuvieron que ceder al órden y constancia de las tropas de Orellana, que empeñadas en la accion, mataban cuantos rebeldes se les oponian, hasta que amedrentados por el continuado fuego del fusil, se pusieron en desordenada fuga.
Gracias á tu fuga de aquella noche podemos ser amigos, amigos eternos, hermanos si quieres; pero ¿por qué me hablas de amor?... Eso no es de nuestra edad. Ya pasó. ¿Qué ves en mí ahora que no tuviese de joven? Veo tu desgracia. La voz del príncipe sonó grave y profundamente sincera al decir esto.
Quiso ella arrebatarle el palo; pero antes de que lo intentara recibió otro estacazo en el hombro, y un tercero en la cadera... La mejor defensa era la fuga. En un abrir y cerrar de ojos, se puso la anciana a diez pasos del ciego. Este trató de seguirla; ella le buscaba las vueltas; se ponía en lugar seguro, y él descargaba sus furibundos garrotazos en el aire y en el suelo.
Luego apretaba la mano de Fernando con más fuerza, mirándose en sus ojos. Viejito mío, di que me perdonas... ¡Ay, si tú quisieras! ¡si tú quisieras! Otra vez despertó en ella el deseo de la fuga. Hablaba de esto sin recato, como si el hermano no pudiese oírla. Aquel infeliz no existía para ella: lo despreciaba.
Palabra del Dia
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