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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Pero el repentino acaparamiento del teniente español, aquella simpatía vehemente que obligaba á Martínez á pasar el día entero con la duquesa, devolvieron á dona Clorinda su hostil frialdad.

De cuando en cuando la muchacha rubia se asomaba a la puerta y me miraba con sus ojos azules obscuros, con una expresión de temor y desconfianza, como si tuviera miedo de que yo le hiciera algún daño a su padre. Me levanté molestado del aire de suspicacia de toda aquella gente, y, saludando a los tres con frialdad, me volví a Lúzaro.

¡Es demasiado borrico! decía doña Rufina cuando le hablaban de Trabuco; y procuraba tenerle alejado tratándole con frialdad ceremoniosa. Ronzal se vengaba diciendo que la Marquesa era republicana y que escribía en La Flaca de Barcelona, y que había sido una cualquier cosa en su juventud.

Hay en ella un sosiego, una paz exterior, que puede provenir de frialdad de espíritu y de corazón, de estar muy sobre y de calcularlo todo, sintiendo poco o nada, y pudiera provenir también de otras prendas que hubiera en su alma; de la tranquilidad de su conciencia, de la pureza de sus aspiraciones y del pensamiento de cumplir en esta vida con los deberes que la sociedad impone, fijando la mente, como término, en esperanzas más altas.

Temía contar á gritos la historia de las desgracias familiares de su poderoso jefe. Una indiscreción de tal clase aumentaría la frialdad que le mostraba Momaren después de lo ocurrido en la tarde anterior.

¿Qué tienes... qué te ha dado? le preguntó la vizcondesa. ¡Estoy segura de que viene a vernos! ¡Qué disparate!... ¿Estás loca? ¡Ya lo verás! Tres o cuatro minutos después tocaron ligeramente la puerta del palco. La señora de Aymaret se levantó a abrir y Pierrepont entró. Saludó cortésmente pero con frialdad, y echó a su alrededor una mirada como extrañando encontrar solas a las dos damas.

No se dio cuenta de la frialdad de aquella cama. No se preocupó de si la criatura despertaría y llamaría a su madre llorando. Sin embargo, los brazos seguían ejerciendo su presión instintiva y la pequeña criatura continuaba durmiendo tan tranquilamente como si estuviera mecida en una cuna guarnecida de encajes.

Por fortuna, entre las cosas que dejó Ballester en previsión de todos los contratiempos posibles, había un biberón muy majo. Este al principio extrañaba la dureza y frialdad de aquel pezón que en su boquita le metían.

Esta luz, más caliente, se mezcla con la frialdad de los rayos de la luna, y puede decirse que dota de corazón, de ternura y de sensibilidad humana, las formas que evoca la fantasía. De imágenes de nieve que son, las convierte en hombres y mujeres.

Además, comprendió que el senador le cerraba su puerta para siempre. Después de tales murmuraciones, el mejor medio de demostrar que Maltrana no le había prestado ayuda era prescindir en absoluto de su trato. Bien se lo dio a entender al joven con la frialdad de su gesto de despedida, con la blandura de su mano y los consejos que le dio. Más discreción, joven.

Palabra del Dia

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