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Actualizado: 19 de julio de 2025
El rey esperaba á que Quevedo hablase, pero Quevedo se mantuvo mudo é inmóvil como una estatua, pero con la mirada fría y fija en el rey. El rey se sentía mal ante aquella mirada, vista por aquellas antiparras. ¿En qué pensáis, don Francisco? dijo el rey por decir algo.
Es fácil formarse una idea exacta de los fenómenos diatésicos del arsénico, teniendo en cuenta su modo de obrar, que ya conocemos en parte, y que debemos continuar esponiendo aun, á pesar de algunas repeticiones, consignando al efecto los siguientes fenómenos: debilidad estraordinaria, agitacion, ansiedad, insomnio, acritud de las secreciones, calor seco quemante, sed, palpitaciones, dolor sordo en el corazon, plétora venosa abdominal, hipocondría, hemorróides, colecciones serosas, dolores quemantes, alivio por el calor, agravacion por la ingestion del agua fria, agravacion por la noche, sudor por la mañana al dormirse, ardor de las deposiciones, estreñimiento ó deposiciones involuntarias, insensibles, diarrea con ardor pronunciado y con quemazon en el ano.
Rociole la cara con agua fría, le desprendió la bata y le volcó en la boca las últimas gotas del aguardiente de caña que quedaban en el porrón. Pero su corazón parecía no latir de nuevo, ella no recuperaba la vida. Irritado por esa obstinación de morirse, le dio un puntapié, se acostó otra vez bajo su raído poncho y a los pocos instantes irrumpió en ronquidos...
PASTELES DE NUEZ. Se hace una masa fina con harina, agua fría, sal y huevo; se mezclan bien con una cuchara de palo, se añade mantequilla y se trabaja bien, y cuando está fina, se deja un par de horas en reposo; se tiene hecha una pasta con agua, azúcar y nueces machacadas, se extiende con un rollo la masa, se rellena de nuez, y se fríen.
Se pone en una cazuela gelatina de carne o pescado, casi fría, aceite, vinagre, zumo de limón, sal, pimienta y un poco de mostaza; se coloca la cazuela encima de hielo machacado; se mueve con unas varillas hasta que empiece a trabarse; se retira del hielo y se trabaja bien hasta quedar lisa y consistente.
Petra recogió el servicio del café. Andaba perezosa. Entró y salió muchas veces. El ama no la veía siquiera, miraba, sin mover los párpados, a la hornilla negra y fría. La doncella se comía con los ojos a la señora. «¡No va al teatro! Aquí pasa algo. ¿Estorbaré? ¿Me necesitará?». ¿Querrá algo la señora? preguntó. Sobresaltada la Regenta, respondió: ¿Yo?... ¿qué?... Nada; vete.
Aquella mujer la suponía en amores con Pepe, y lejos de mostrarla enojo, la recibía bien; hasta elogiaba su hermosura...; hablaba de otro hombre y decía orgullosamente mi Millán. ¿Qué era aquello? No se esté Vd. aquí, señorita, que se le van a manchar las naguas... Paz careció de sangre fría para marcharse sin salir de dudas: su calma no podía confundirse con la indiferencia.
De vez en cuando procuraba verter alguna frase bonita para que éstos la reprodujesen en su diario y las gentes se admirasen de mi valor. Llegó por fin el instante terrible de emprender la marcha hacia la muerte, y yo la emprendí con la mayor sangre fría.
Se lo he enviado de los primeros. Phs... creo que ayer lo han traído a casa; pero aún no lo he abierto respondió Maza con afectada indiferencia. Vaya, don Rosendo, ¿gusta usted de comer conmigo?...-Pues hasta la vista. Don Rosendo quedó un instante clavado al suelo como si le echasen un jarro de agua fría.
Desde que la señora Percival me había revelado la realidad, sólo había vivido para ella, pensando en volverla a encontrar y declararle francamente mi amor. ¿Es esto cierto? le pregunté al fin en una voz cuya aspereza no pude reprimir. Tomé su mano fría e inerte entre las mías y contemplé su hermosa cabeza caída. ¡Ay de mí! desgraciadamente lo es fue su débil contestación.
Palabra del Dia
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