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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Nuestra tierra está peor cultivada; sí, doy la razon á Francia en este sentido; pero mal cultivada y todo, me parece que si se escarba se encuentra más jugo. ¿Cómo se explica ese fenómeno? No es este el lugar de la explicacion. Pagamos un franco por el té, otro franco por la pequeña copa de vino de Madera, y otro por los bizcochos, el doble de lo que dichos artículos valian.
Seguiré tu consejo, aunque, si he de serte franco, eso de dar á los pobres viene á ser una tontería, porque cuanto les das se lo gastan en aguardiente. Pero ya lo arreglaremos de modo que el dinero de la perla no vaya á parar á las tabernas... Y ahora quiero hablarte de otra cosa.
A lo que Sancho respondió: -Harto mejor sería no buscalle, porque si le hallamos y acaso fuese el dueño del dinero, claro está que lo tengo de restituir; y así, fuera mejor, sin hacer esta inútil diligencia, poseerlo yo con buena fe hasta que, por otra vía menos curiosa y diligente, pareciera su verdadero señor; y quizá fuera a tiempo que lo hubiera gastado, y entonces el rey me hacía franco. -Engáñaste en eso, Sancho -respondió don Quijote-; que, ya que hemos caído en sospecha de quién es el dueño, cuasi delante, estamos obligados a buscarle y volvérselos; y, cuando no le buscásemos, la vehemente sospecha que tenemos de que él lo sea nos pone ya en tanta culpa como si lo fuese.
Consternados los cristianos, ofrecieron á Almanzor que le dejarian el paso franco si se avenia á abandonarles sus tesoros y sus cautivos; proposicion que el africano rechazó indignado.
Hay en Francia tres millones de pordioseros, todos los cuales juntos no valen medio franco, ¡y no puedo yo comprar a peso de oro la nariz de cualquiera de esos miserables!... Y, después de todo, ¿por qué?
Era una cuesta, poco antes de llegar a la Encarnación, donde el rumor de una fuente ablanda la aspereza del paraje. Cuando le pareció que había sido burlado, un hombre menudo y encogido salió por detrás de una encina. Era Diego Franco, el campanero de la Catedral.
Déjate de cumplimientos entre nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo: el pan, pan, el vino, vino; por consiguiente, exijo de ti que no vayas a dármelos, pero estás convidado. ¿A qué? A comer conmigo. No es posible. No hay remedio. No puedo insisto temblando. ¿No puedes? ¡Gracias! ¿Gracias? ¡Vete a paseo! Amigo, como no soy el duque de F... ni el conde de P...
Doctor en Medicina de la Facultad de Paris Traducidas al castellano Licenciado en medicina, condecorado con la cruz de mérito y distincion de Epidemias, etc. Madrid, 1862. Un tomo en 12.º Precio: 22 rs. en Madrid y 24 en provincias, franco de porte. Madrid: 1862. Imp. de Bailly-Bailliere.
Pues, á pesar de santiguarnos de lo lindo, no le queríamos mal, porque era hombre franco y nunca delataba á nadie. En una acción cayó herido á mi lado: yo lo cogí y lo llevé sobre las espaldas cerca de una hora, hasta encontrar una barraca, donde murió á las pocas horas. ¡No habrás pasado pocos trabajos, Periquillo! Llevarías escapulario siempre, ¿no es verdad? De Nuestra Señora del Carmen.
No me ofendo; pero en vez de un memo se encuentra usted con un hombre franco que le dice: mi sobrina nada me importa. ¿Se ha casado? Vaya bendita de Dios. ¿No se ha casado y anda usted tras ella? Me es igual. Don Juan resolvió jugarse el todo por el todo, a lo menos en lo tocante a valerse de don Quintín, y apoyando los codos en el mantel, dijo: Es usted un lince y un hombre... leal.
Palabra del Dia
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