Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 26 de junio de 2025
Debíase tal milagro a un don Román Pérez de la Llosía, señor rico, franco y campechano, sin aires de patriarca de la aldea, pero con muy buen sentido y recta intención en todo. El era la Providencia del pueblo, y su cocina la tertulia de Coteruco.
Inmediatamente quedó un espacio franco al través de la turba de espectadores. Precedida del alguacil, y acompañada de una comitiva de hombres de duro semblante y de mujeres de rostro nada compasivo, Ester Prynne se adelantó al sitio fijado para su castigo.
El entusiasmo fué su gran energía, lo mismo en la miseria desolada, sin más fortuna que su absurdo chaquet que en las horas efímeras de prosperidad. Siempre hablaba a gritos, de literatura, de teosofía, aquel buen hombre franco, bebedor y mujeriego todo lo que fuese desbordamiento de emoción y de romanticismo que, a pesar de su cabello cano, tenía en los ojos tan riente derroche de juventud.
Lo propio digo de mi persona. Yo quiero hacer de suerte que no me conozcan sólo por el amigo de Teletusa, sino que me celebren por mis audaces y dichosas empresas como Tiburcio de Simahonda. No he de negarte yo, porque quiero ser franco, que nuestro propósito es difícil de realizar.
Tal vez por no contrariar á su mujer. Puede que algunas veces haya tenido el llamamiento en la punta de la lengua y no se atreva... Ya sabes que el Capi es muy franco. Allí no te quieren: te tienen miedo. Hasta creo que el oficioso Urquiola ha metido en la casa á un médico de su cuerda. Pero el pobre Pepe piensa en tí.
Es para con otra que sois culpable, y temo que vuestras faltas para con ella no puedan ser nunca borradas por completo. Pero nada nos impide adoptar a Eppie ahora dijo Godfrey . Ahora me importa poco que se sepa todo. Seré franco y sincero el resto de mi vida.
Cada vez que leía en los periódicos sus hazañas en el mar del Norte, una oleada de indignación pasaba por su conciencia de hombre simple, franco y recto. Atacaban traidoramente escondidos en el agua, disimulando su ojo asesino y largo, semejante á las antenas visuales de los monstruos de la profundidad.
Le acompañó hasta la puerta, rascándose la mota, y dejó paso franco: un saloncito, primero, con muebles pretenciosos, y en la pared un cuadro litográfico, con marco negro, representando a San Martín; en medio, una mesita y un tintero de bronce, con el busto de Belgrano.
Leonor conocía que aquel hombre, siempre franco y leal, al volver a ella le restituía un corazón y un amor sincero que ya nadie le disputaba. ¡Leonor mía! ¿Querrás y podrás perdonarme? dijo, dejándose caer de rodillas ante su mujer. Esta selló con sus lindas manos los labios de su marido. ¿Vas a echar a perder lo presente con el recuerdo de lo pasado? le dijo.
Parecía tener como treinta y seis años; pero quizás sus enfermedades, sus fatigas y sus penas eran causa de que en su semblante, franco y notable por su belleza varonil, se advirtiese un no sé qué de triste, que no alcanzaban a disipar ni la dulzura de su sonrisa, ni la tranquilidad de su acento, hecho para conmover y para convencer.
Palabra del Dia
Otros Mirando