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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Debíase tal milagro a un don Román Pérez de la Llosía, señor rico, franco y campechano, sin aires de patriarca de la aldea, pero con muy buen sentido y recta intención en todo. El era la Providencia del pueblo, y su cocina la tertulia de Coteruco.
En estas dudas vi a don Román Pérez de la Llosía salir como una flecha, de entre los más rezagados del grupo que bajaba, hacia el hombre que subía, y que éste, al notar que se le acercaba el de Coteruco, desprendió su diestra de la del campurriano, y se quitó con ella marcialmente el chambergo, descubriendo así la frente espaciosa y blanca, sobre la cual parecía reflejarse el rayo de luz que lanzaron entonces sus ojos.
A todo esto, flotaba en el aire el nombre de «don Lope» pronunciado por muchas bocas; y con ello y lo que yo sabía por la historia de los descalabros de don Román en su pueblo, narrada minuciosamente por mi tío varias veces, di por conocido el personaje; y no me equivoqué, pues a los pocos momentos me lo trajo de la mano el señor Pérez de la Llosía y me dijo presentándole: Mi mejor amigo y el más noble convecino mío de Coteruco, don Lope del Robledal.
Tan seguros como yo a estos hombres, tenía a los de Coteruco mi gran amigo don Román de la Llosía, y ya te he contado cómo y por qué, dos años hace, en cuanto vinieron estas políticas nuevas que hoy nos gobiernan, en un abrir y cerrar de ojos se le fueron de las manos, y de hombres agradecidos y cariñosos, se convirtieron en fieras enemigas suyas, hasta el punto de verse obligado el caballero, más por dolor de lo que veía que por miedo que lo tuviera, a mudar su residencia a Santander con toda su familia.
Enseguida de éstos, aparecieron en la salona otros dos personajes de gran cuenta, que me impusieron mucho por su apostura y atalajes, tan diferentes de todo lo que se usaba por allí y de lo que a la sazón me rodeaba. Eran nada menos que el ilustre caballero don Román Pérez de la Llosía y su yerno don Álvaro de la Gerra. Iban desde Santander, donde residían, y habían hecho el viaje en dos jornadas.
Palabra del Dia
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