Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 24 de julio de 2025


Completan el admirable cuadro de la humanidad vetustense el D. Víctor Quintanar, cumplido caballero con vislumbres calderonianas, y su compañero de empresas cinegéticas el graciosísimo Frígilis; los marqueses de Vegallana y su hijo, tipos de encantadora verdad; las pizpiretas señoras que componen el femenil rebaño eclesiástico; los canónigos y sacristanes y el prelado mismo, apóstol ingenuo y orador fogoso.

Si no llovía mucho, Frígilis solía andar por allí; más tiempo faltaba Quintanar de casa que Frígilis de la huerta.

Y pensó que dentro de tres horas, antes de amanecer, saldría con gran sigilo por la puerta del parque la huerta de los Ozores . Entonces que haría frío, sobre todo, cuando llegaran al Montico, él y su querido Frígilis, su Pílades cinegético, como le llamaba. Iban de caza; una caza prohibida, a tales horas, por la Regenta. Anita no dejó a Víctor tan pronto como él quisiera.

En la obscuridad del Parque no vio más que las sombras de los eucaliptus, acacias y castaños de Indias; y allá a lo lejos, como una pirámide negra el perfil de la Washingtonia, el único amor de Frígilis, que la plantó y vio crecer sus hojas, su tronco, sus ramas. Esperó en vano.

Al otro ; Álvaro tenía que morir; pero frente a frente, en duelo, no de un tiro, no; con una espada lo mataría, aquello era más noble, más digno de él. Frígilis tenía que encargarse de todo. Pero ¿cuándo? ¿ahora? ¿en cuanto llegase? No... tampoco se atrevía a decírselo así, de repente.

Frígilis mientras don Pompeyo afirmaba estas cosas, le miraba sonriendo con benevolencia; y con un poco de burla, en que había algo de caridad, le decía: «¿Pero, señor Guimarán, tan seguro está usted de que no hay Dios?». «¡, señor mío! ¡mis principios son fijos! ¡fijos! ¿entiende usted?

Nunca quieres venir conmigo a su casa... y eso que don Víctor nunca está, siempre anda con el espiritista de Frígilis por esos montes. Paco creía que Frígilis era espiritista, opinión muy generalizada en Vetusta. En su casa no se puede adelantar nada. Es una mujer rara... histérica... hay que estudiarla bien. Dejadme a .

«Por lo demás, tu Quintanar del alma hemos de confesar que tiene sus cosas; ¿a quién se le ocurre irse de caza dejándote así?». Pero qué sabía él.... ¿Pues no te quejabas ya anoche? Ese Frígilis tiene la culpa de todo.... Y quien anda con Frígilis se vuelve loco ni más ni menos que él. ¿No es ese Frígilis el que injertaba gallos ingleses? , , él era.

Gran satisfacción fue para don Víctor Quintanar, que volvía del Casino, encontrar a su mujer conversando alegremente con el simpático y caballeroso don Álvaro, a quien él iba cobrando una afición que, según frase suya, «no solía prodigar». Estoy por decir aseguraba que después de Frígilis, Ripamilán y Vegallana, ya es don Álvaro el vecino a quien más aprecio.

Don Víctor levantaba la cabeza, extendía el brazo, señalaba a las nubes y daba pataditas en el suelo. Ana había desaparecido otra vez, había entrado en la casa, olvidando a Santa Juana Francisca sobre el banco, y a los dos minutos estaba otra vez allí con chal y sombrero; y los cuatro habían salido por la puerta del parque, que abrió Frígilis con su llave. ¡Iban al campo!

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando