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Actualizado: 15 de junio de 2025
No queda tiempo, ni éste es sitio para explicarse; pero como tú no has querido nunca venir a terreno mío... ¿Era decoroso? En fin, aprovechemos los instantes. ¿Cuál ha sido tu conducta desde que me fui a París? ¿Desde que me abandonaste en la fonda de Santurroriaga? Bueno, como quieras, te abandoné; de eso luego se tratará. ¿Qué hiciste?
Hácia la falda del monte que me sirve de atalaya veo á vuelo de pájaro la Ruzafa, antigua casa de recreo de Abde-r-rahman I, luego convento de padres franciscanos... ¡ahora parador, y fonda casi siempre cerrada! Viven en estas ermitas, bajo la proteccion del señor obispo de Córdoba, diez y siete ermitaños profesos, y un solo novicio.
De tal modo que no dejó un solo capitalista en Sarrió a quien no tantease con el fin de embarcarle en alguna. Unas veces era un tranvía a la capital, otras un puerto de refugio o unos muelles de madera, otras una gran fonda. Algunos indianos, pocos por cierto, por él seducidos, pagaron con algunos miles de duros su inocencia.
No hace un mes que una madre argentina, alojada en una fonda de Chile, decía a uno de sus hijos que despertaba repitiendo en voz alta: «¡Vivan los federales! ¡Mueran los salvajes, asquerosos unitarios!»: «Cállate, hijo, no digas eso aquí, que no se usa; ya no digas más, ¡no sea que te oigan!»
Por lo demás, no deja de ofrecer un cuadro divertido para el observador obscuro el aspecto de una fonda. Si a su entrada hay ya una familia en los postres, ¿qué efecto le hace al que entra frío y sereno el ruido y la algazara de aquella gente toda alborotada porque ha comido? ¡qué miserable es el hombre! ¿De qué se ríen tanto? ¿Han dicho alguna gracia?
Entonces se decidió prontamente, y con agilidad digna de un muchacho de veinte años, saltó a la vía y rompió a correr hacia la fonda. No es para perdida cartera como aquella, repleta de dinero en sus formas más variadas y seductoras: oro, plata, billetes de Banco, letras. Se precipitaba.
Entónces respiré como un hombre que despierta y se libra de una pesadilla. «Heme aquí emancipado!» me dije, y tomé el camino de Valencia. Poco despues almorzaba yo en un vasto salon del hotel ó fonda del Cid, uno de los muchos que hay en Valencia.
Pocas veces comía en la fonda don Pompeyo, y como sus relaciones con los poderosos de la tierra eran muy poco íntimas, casi nunca veía una mesa bien puesta. Así le parecía digno de Baltasar aquel vulgarísimo aparato de restaurant provinciano.
Los militares se reunían en una especie de casino, situado junto a la fonda principal, y allí se jugaba, mezclando los entretenimientos lícitos con los prohibidos; se bebía café, se vaciaban botellas y se charlaba de lo lindo. Fuera de aquel círculo halló nuestro amigo algunos que, a pesar de pertenecer a la clase militar, se mantenían retraídos.
Al fin, el duque de Carvajal y su hijo lograron un buen aposento en la Puerta del Sol, en una magnífica fonda que sólo era frecuentada por los grandes señores. El mismo día de su llegada, el Duque se presentó en palacio, pero no pudo ver al Rey. A la mañana siguiente, solicitó una audiencia, y se le contestó que el Rey no recibiría en toda la semana.
Palabra del Dia
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