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Actualizado: 15 de julio de 2025


Vimos elegantes, y dionos esto excelente idea. Realmente hubimos de confesar que la fonda nueva es la mejor; pero es preciso acordarnos de que la Fontana era también la mejor cuando se instaló; ésta será, pues, otra Fontana dentro de un par de meses.

Si va usted a estar aquí muchos días, pida usted que le den el cuarto que yo tengo, porque la vista del mar es una delicia... Yo me voy pasado mañana. El señor. Hombre, se lo agradezco a usted mucho. Y luego, dirigiéndose al encargado: ¿Hay inconveniente en que ocupe la habitación de este caballero? El de la fonda. Ninguno. ¿Qué más nos da?

Pues señor, dijo el brigadier, difícilmente puede encontrarse un personaje de más peso y de más edad. Dejé á mis compañeros en su fonda, y el carruaje me llevó á mi casa, en donde encontré á la amable familia americana, la misma que nos habia convidado á la tertulia de la calle de Lepelletier.

En una fonda estarían ya siendo objeto de críticas, y el dueño pondría mala cara al ver cómo ganaban el precio del cubierto; las niñas se harían las interesantes, comiendo poco para no parecer feas, y él mismo tragaría a disgusto creyendo que se burlaban de su modo de mascar.

Allá van tres, y en la primera estación, mira bien, hijo, a ver si descubrimos algo. ¿Sabes lo que yo me comería ahora? ¿Un bistec? No. ¿Pues qué? Uno y medio. Ya te contentarás con naranja y media. Pasaban estaciones, y la fonda no parecía.

Precipitose Jovita, y un momento después penetraron a la carrera en Tuttleville, y pararon en la plaza de la Fonda de las Naciones. Lo que ocurrió aquella noche en Tuttleville no forma, precisamente, parte de esta historia.

Andrés, que sólo contaba veinte años a la sazón, tuvo por curador de sus bienes a un hermano de la difunta; pero no quiso vivir con él, y se trasladó con algunos de sus bártulos a la fonda. Aquí da comienzo para el joven Heredia una era muy diversa del resto de su vida anterior.

Tome usted 20 francos, y pague usted otros quince dias al amo de la fonda, para que la trate con cariño, ya que con dinero hay que ganar cariño en un pueblo que se llama cristiano. Tome usted otros 20 francos y déselos usted á la enferma, ó reténgalos usted misma, á fin de que Luisa tenga la asistencia que su estado reclama.

El segundo canto del poema comenzó en seguida de retirarse a su cuarto de la fonda. Entrar y despedir a la doncella, todo fue uno. Sonaron las dos de la madrugada. Tosió; ahora era ella la que tosía. La puertecilla de comunicación se abrió al momento. Y así sucesivamente muchos días. Cristeta estaba muy contenta.

De este modo se comprenderá fácilmente la inflexión desdeñosa que dio a la palabra fonda cuando pasó por sus labios. A me ha pasado más de una vez ir a ella y no haber uno para quitarme el abrigo. ¡Si le dijese a V., coronel, que en cierta ocasión mi hermano fue a mudarse de camisa, y no pudo, porque no había ninguna planchada!

Palabra del Dia

buque

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