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Un día no encontraron ya a Ibrahim Antonio en su sitio de costumbre: probablemente cansado de una jornada sin venta, había cargado con el surtido y emprendido el camino Dios sabe dónde. Lucía le echó de menos; pero el movimiento de retirada era general; no se veían sino tiendas que se vaciaban y cerraban.

Los militares se reunían en una especie de casino, situado junto a la fonda principal, y allí se jugaba, mezclando los entretenimientos lícitos con los prohibidos; se bebía café, se vaciaban botellas y se charlaba de lo lindo. Fuera de aquel círculo halló nuestro amigo algunos que, a pesar de pertenecer a la clase militar, se mantenían retraídos.

Han declarado indispensable el cuarto de baño, que no conocían los reyes de hace un siglo, y las aguas corrientes; han inventado la calefacción central y el water-closet. Que no me hablen de los magníficos palacios de Versalles, donde no había un solo gabinete de necesidad, y todas las mañanas los lacayos vaciaban doscientos sillicos del rey y de los cortesanos.

Aquella ruda faena embrutecía a Antonio, le impedía pensar; pero de sus ojos rodaban lágrimas y más lágrimas, que, mezclándose con el agua de la cala, caían en el mar sobre la tumba del hijo. La barca navegaba con creciente rapidez, sintiendo que se vaciaban sus entrañas. El puertecillo estaba a la vista, con sus masas de blancas casitas doradas por el sol de la tarde.

Y parece que son siempre los mismos, siendo en realidad siempre otros, en su constante tránsito de lo obscuro a lo obscuro. No se advertía cómo transcurrían las horas. Las botellas se vaciaban. El ruido y el calor aumentaban; la atmósfera se iba poniendo poco a poco más turbadora y excitante.

Todo el cuerpo del rey, donde la hinchazón de los tumores no le deformaba, era sólo huesos y piel cubierta de llagas. Los tumores se vaciaban por varias abiertas bocas que arrojaban pus hediondo. El muladar de Job había sido más limpio que el lecho inmundo del señor absoluto del mayor imperio que hasta entonces había habido sobre la tierra.

Pasando de mano en mano, subieron de la bodega multitud de sacos, y mi sorpresa fue grande cuando vi que los vaciaban sobre la cubierta, sobre el alcázar y castillos, extendiendo la arena hasta cubrir toda la superficie de los tablones. Lo mismo hicieron en los entrepuentes. Por satisfacer mi curiosidad, pregunté al grumete que tenía al lado. «Es para la sangre me contestó con indiferencia.

¡Olé las mujeres de buen diente!... Ahora a beber para que no se os atragante el bocado. Las botellas se vaciaban, y las bocas de las muchachas, azuladas antes por la anemia, mostrábanse rojas con el zumo de la carne, y brillantes con las gotas de vino que se escurrían hasta las barbillas. Mari-Cruz, la gitana, era la única que no comía.

11 Y cuando venía el tiempo para llevar el arca al magistrado del rey por mano de los levitas, cuando veían que había mucho dinero, venía el escriba del rey, y el que estaba puesto por el sumo sacerdote, y llevaban el arca, y la vaciaban, y la volvían a su lugar; y así lo hacían cada día, y recogían mucho dinero;