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Actualizado: 27 de julio de 2025


Dando ya por supuesto que iba a quererle y a casarse, mi padre me habló de intereses; me dijo que era muy rico y que me dejaría mejorado, aunque tuviese varios hijos más. Yo le respondí que para los planes y fines de mi vida necesitaba harto poco dinero, y que mi mayor contento sería verle dichoso con mujer e hijos, olvidado de sus antiguos devaneos.

A todo estoy dispuesto. Mátame, si es necesario o conveniente a nuestros fines. A decir verdad y desechando toda jactancia, la muerte que yo te ha de ser aparente y no real. La virtud de volver a la vida a quien la pierde no es dada aún, ni acaso sea dada nunca, a la ciencia meramente natural y humana.

Esto añadió es una copia de una narración que hace el cronista Iñigo Sánchez de Ezpeleta acerca de cómo fué vertida la primera sangre en la guerra de los linajes, en Urbia, entre el solar de Ohando y el de Zalacaín, y supone que estas luchas comenzaron en nuestra villa a fines del siglo XIV o a principios del XV. ¿Y hace mucho tiempo de eso? preguntó Tellagorri. Cerca de quinientos años.

No otra cosa se había propuesto el astuto aldeano. Quedaron las cosas a medida de su deseo. Andrés no fue más al molino por las tardes ni menos visitó la casa. Con esto parecían desatadas aquellas relaciones que juzgaba, no sin razón, como un obstáculo para el logro de sus fines.

Asaltole frenética ansia de dejar de existir para el siglo, de entregar lo que le restaba de vida al servicio de Dios, entre los cuatro muros de una celda. Al día siguiente, al acercarse a Avila, ordenó al cochero que se llegase al convento de Santo Tomás. Quería hablar de paso con el Prior. Era un mediodía frío y luminoso de fines de octubre.

¿No experimenta el lector cierto cansancio, a pesar de lo bien escrito que está el libro y de las curiosas y bien ordenadas noticias que nos da de personas y de cosas, al internarse por aquel laberinto de enmarañados rodeos por donde el rey D. Felipe persigue sus fines?

A fines de Septiembre se partió el P. Fernández á los Chiquitos, y llegando á las tierras de los Chiriguanás, llamadas Palmares, tuvo noticias más ciertas del camino que habían abierto los Chiquitos.

Volviendo ahora los ojos á su oficio social, si así puede decirse, principio por no estar conforme con el nombre de Bolsa, aplicado al cambio oficial, cambio importado en Francia por el hacendista escocés Law, á fines del siglo XVII.

Muchas armas se juntan y pertrechos, Proveyéndose todo el necesario, Que estaban los autores satisfechos De dar en la cabeza al adversario. Mas vemos que los fines y los hechos Suceden las mas veces al contrario: Al fin Diego de Flores ha partido, Y

Lavalle no sabía, por entonces, que matando el cuerpo no se mata el alma, y que los personajes políticos traen su carácter y su existencia del fondo de las ideas, intereses y fines del partido que representan.

Palabra del Dia

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