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Actualizado: 26 de julio de 2025


Aún no he visto este año la feria de Navidad. Y eso que teniendo carruaje se puede salir de casa sin miedo al tiempo. Y lo de tener carruaje acentuábalo doña Manuela como si fuese la ejecutoria de la distinción, el signo único que marcaba la diferencia de castas.

Las señoras y señoritas más pudientes y aficionadas al lujo acudían, pues, a Juana para sus trajes de empeño, cuando había que lucirlos ya en una boda, ya en una feria o ya en el baile que solía darse en las Consistoriales el día del Santo Patrón.

La lección de Historia del profesor Flimnap Gillespie, que había puesto en duda la civilización avanzada de estos pigmeos, tuvo que reconocer que sabían hacer las cosas aprisa y bien. Al aparecer el segundo sol después de su entrada en aquella Galería recuerdo de una feria universal, todo lo más primario de su instalación estaba ya hecho.

De época en época, cuando venía algun profesor complaciente, se señalaba un día del año para visitar el misterioso Gabinete y admirar desde fuera los enigmáticos aparatos, colocados dentro de los armarios; nadie se podía quejar; aquel día se veía mucho laton, mucho cristal, muchos tubos, discos, ruedas, campanas, etc.; y la feria no pasaba de allí, ni Filipinas se trastornaba.

Dos días despues de los acontecimientos de la feria de Kiapò, estaba don Custodio trabajando como siempre, estudiando el espediente sin encontrar la dichosa solucion.

Le sorprendió la rapidez con que había transcurrido el tiempo y continuó su camino, dispuesto a vagar sin rumbo fijo; pero los grupos de gente que siguiendo el pretil marchaban en la misma dirección le arrastraron, haciendo que insensiblemente se encaminara a la feria de la Alameda.

Quiero ser libre, ¡vivir libre!... Sorprendióle la noche vagando por San Fernando y no dando con ningun marinero amigo decidió retirarse. Y como la noche era hermosa y la luna brillaba en el cielo transformando la miserable ciudad en un fantástico reino de las hadas, fuése á la feria.

Mas no ganaron mucho en esta feria, Porque es discreto el vulgo de la corte, Aunque le toca la comun miseria. De llano no le deis, dadle de corte, Estancias Polifemas, al poeta Que no os tuviere por su guia y norte. Inimitables sois, y á la discreta Gala que descubris en lo escondido, Toda elegancia puede estar sugeta.

Aquella noche era la última de feria. Destacábanse los grupos de soldados, con los roses enfundados de blanco; los huertanos iban en cuadrilla, cogidos de las manos por temor de extraviarse; y pasaban las labradoras con su traje de fiesta, arrastrando tras un racimo de chiquillos llorones y cansados, precedidas por los maridos en mangas de camisa, chaleco negro y el garrote de Liria en la mano, mirando a todos con fijeza, como si temiesen que los «señoritos» se burlasen de la familia.

Multitud de gente, tanto de la villa como de no pocos lugares cercanos, circulaba por la vía pública, acudía a la plaza, donde seguía la feria como en la noche antes, o se agolpaba en la carretera por donde había de ir la procesión, saliendo de la iglesia de Santo Domingo, que era la parroquia, y volviendo a entrar en ella después de haber dado gentil paseo por las calles principales.

Palabra del Dia

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