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Un brazo tremolaba un pañuelo en la popa de la barca. «¡Adiós, capitán!» Y el capitán movía la cabeza, sonriente y emocionado por el saludo femenil, mientras los marineros envidiaban su buena suerte. Otra vez un hombre de la tripulación llevó el equipaje de Ferragut al albergo de la ribera de Santa Lucía.

Las niñas, que admiraban y temían a Nélida como la personificación del pecado, se tocaban con el codo al pasar ante ellos. Una nueva conquista... Ahora ha caído ese señor tan serio que hace versos... y no baila. ¡Qué Nélida!... Ella, con su fina observación femenil, se daba cuenta del revoloteo de los curiosos y sentía orgullo por este escándalo, que pasaba inadvertido para Ojeda.

El grande hombre vaciló un momento, atolondrado por la onda de carne femenil que caía sobre él, por el perfume incitante que le envolvía, por los labios suaves que buscaban los suyos, enredando la barba en los dientes de láctea blancura. Pero fué la debilidad de un instante, que pasó como una ráfaga.

Fernando convidó al médico a comer, y las señoras asintieron a la invitación con tan buena voluntad, que Salvador no pudo evadirse de aceptarla, aunque estuviese muy disgustado allí. No era experto en artes de coquetería femenil, y los manejos astutos de Narcisa le ponían nervioso.

Era ya una bestia apocalíptica, un monstruo de la noche que al arquearse llegaba a las estrellas. El ladrido de un perro y voces de personas disolvieron estas fantasmagorías de la soledad. De la sombra surgieron luces. ¡Don ChaumeDon Chaume!... ¿De quién era esta voz femenil? ¿Dónde la había oído?... Vio bultos negros que se movían, que se inclinaban, llevando en las manos estrellas rojas.

Echeloría, por naturaleza y por arte, por herencia y por conquista, era un primor. Y Mutileder, que con razón la adoraba, no la lloró perdida, con femenil amargura, sino que, agitando su garrote y haciendo crujir la honda con chasquidos estruendosos, juró buscar a su amada, librarla del raptor, y vengarse de éste descalabrándole de una buena pedrada o moliéndole a palos.

La vida femenil de sus pinturas es tan real, que llega hasta inquietarme, pues me hace presentir que las figuras van a salir del lienzo para hablarme. En el estudio, lleno de tristeza, la mujer y la fiera son tan bellas, que parece tangible su belleza cual si la vida palpitase en ellas. Y a las primeras horas vespertinas, cuando solas están mujer y fiera, los ojos del felino tienen quedas

Pero ¿por qué se muestran ustedes tan adversarios del gobierno femenil?... Según dice el profesor Flimnap, ya no hay guerras ni puede haberlas; las mujeres administran la fortuna pública con economía; no se nota la miseria ni la mortalidad de otros tiempos; tampoco hay gobernantes ladrones. ¿Qué más pueden desear los hombres?...

Y echando una rápida mirada hacia fuera para cerciorarse de que no los observaban, se apoderó de sus manos, y le dijo caldeándole con su aliento las mejillas: ; te quiero, te quiero más de lo que te puedes imaginar. Ven mañana a las tres a casa. Clementina no contaba con la femenil impresionabilidad de su adorador.

Entre los hombres envilecidos que el gobierno femenil empleaba como máquinas de trabajo eran muchos los que habían abierto sus ojos á la verdad, pero lo disimulaban fingiendo seguir en su antiguo embrutecimiento. Ra-Ra contaba con el auxilio de muchos partidarios, que se encargaban de mantenerle oculto.