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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Si llegásemos á entender, que en tierras muy distantes de las nuestras habia un Príncipe que tuviese virtudes muy superiores á las de otros, tesoros de inestimable valor comunicables á qualquiera que le buscase, y poseyese un Reyno felicísimo en todo para sus habitadores, nos vendrian deseos de vivir con él para ser poseedores de tantos bienes.
Entérese usted bien de lo que ha pasado dijo D. Felicísimo, entregando a Salvador varias cartas, que este empezó a leer con avidez . Vea usted lo que me escribe el guardián de franciscos de Estella.... Vea usted también la relación detalladísima que del suceso me hace el prior de los descalzos de Viana.
Será viejo como yo dijo Carnicero tomando la copa . Pues brindo.... Las tres copas chocaron con alegre campanilleo, debido principalmente al temblor del pulso de D. Felicísimo. Brindo por la felicidad de España. Que ya está segura. Otra copa. Hombre.... Otra. Orejón llenó obra vez las tres copas, con no poco sentimiento de Tablas, que alejado por el respeto, contemplaba las mermas de la botella.
Estos, pues, á los fines de Enero de 1715 salieron del puerto de la Asunción acompañados hasta la ribera por el gobernador de aquella provincia y de toda la ciudad, la cual hizo exponer públicamente el Santísimo en la catedral para que Dios les diese felicísimo viaje.
El atleta no quiso desempeñar el indigno papel de cachetero que en aquella repugnante contienda doméstica se le designaba, y todo quedó en tal estado. Después riñó D. Felicísimo con Doña María del Sagrario, con la criada, con Tablas, y a todos les mandó que se fuesen a la calle y le dejaran solo, pues para vivir entre espías o traidores, prefería estar solo con el leal y desinteresado gato.
Ambos meditaron breve rato, D. Felicísimo con los ojos fósiles puestos en el ensangrentado Cristo de la columna, Salvador leyendo en las rayas de la estera. ¿En poder de quién está Navarro? ¿Conoce usted al jefe de la columna que lo aprehendió, o al gobernador de Estella?
Ingeniosa, amable y algo intrigante, lo fue hasta los setenta, y durante dos años más fue un modelo de devoción cristiana y de edificante trato con clérigos y cofradías, hasta que Dios quiso llevársela de este mundo. No se le cayó la casa encima como a D. Felicísimo, sino que murió de repente hacia el último tercio del 68, si no están equivocadas las crónicas.
Yo creí que a estas horas D. Felicísimo y su comunidad estaban echando perjuraciones en la cárcel de Corte. Vino la policía, sí señor; vinieron tres y llamaron tan fuerte que la casa estuvo si cae o no cae. Los señores se asustaron, y D. Felicísimo les consolaba diciendo: «no hay nada que temer, la policía es la policía.
-Lloráralas yo -dijo el cura en oyendo el nombre- si tal libro hubiera mandado quemar; porque su autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no sólo de España, y fue felicísimo en la tradución de algunas fábulas de Ovidio. Capítulo VII. De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha
El desastroso acabamiento de D. Felicísimo y el desplome de la casa en que vivía pusieron a Tablas en gran desesperación, porque él creía segura una buena manda en el testamento de su protector.
Palabra del Dia
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