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Actualizado: 14 de octubre de 2025


Lo que más admiraba Desnoyers era su facilidad para exponer las cosas, fijándolas por medio de imágenes. La batalla del Marne con los combates subsiguientes y la carrera de ambos ejércitos hacia la orilla del mar eran para él hechos de fácil explicación... ¡Si los franceses no hubiesen estado fatigados después de su triunfo en el Marne!...

Con la presencia de las tropas del Rey suspendieron los enemigos al momento la accion, retirándose á un monte inmediato, bastante elevado, y el ejército campó en su falda por ser ya tarde, y hallarse los soldados muy fatigados de la marcha, con resolucion de atacarlos la mañana siguiente: á cuyo fin se le previno á Orellana, que en el momento que observase empezaba el ataque, hiciese una salida con la guarnicion, para cortarles la retirada.

Era S. Eulogio, dice su condiscípulo Paulo Alvaro, tan pequeño de cuerpo como grande de alma. «, carta, y sal con mucha priesa, volando por selvas y collados: atraviesa con apresurado curso los valles y busca los sagrados edificios del amado de Dios Benedicto. Allí siempre hallan reposo los que llegan fatigados: dáseles con abundancia verduras, pan y peces.

Tocóse arma en ambos ejércitos, y los Turcos viéndose descubiertos, y que su traza habia salido vana y sin fruto, se resolvieron luego de salir á lo llano, y acometer á los nuestros que venian algo fatigados del camino, antes que pudiesen descansar ni mejorar de puesto.

Sus ojos fatigados por la fiebre le cosquilleaban dolorosamente, pero esperaba llorar cuando cayese a los pies de Honorina. En los grandes dolores de la vida, nuestros ojos se calman con las lágrimas.

Eran dragones que llegaban para extremar la persecución. Pero sus caballos estaban fatigados; únicamente la fiebre de la victoria, que parecía transmitirse de los hombres á las bestias, sostenía su trote forzado y doloroso. Uno de estos jinetes se detuvo junto á la entrada del parque. El caballo devoró con avidez unos hierbajos, mientras el hombre permanecía encogido en la silla como si durmiese.

Cercóle en ella Laso con una crecida multitud, que inutilmente intentó romper á caballo en algunas ocasiones favorables que se le presentaron, para ponerse en fuga y huir del riesgo que por instantes iba creciendo: pero viendo eran inutiles sus esfuerzos para encontrar la salida, resolvió defenderse hasta el último extremo, favorecido de las puertas y ventanas de su casa, desde donde empezó á hacer fuego á la multitud que le tenia cercado, que correspondieron del mismo modo; durando la confusion hasta la media noche, en que muertos ya algunos, otros fatigados y sin fuerzas para continuar la defensa, lograron los rebeldes incendiar la casa, y volar el repuesto de pólvora que tenia acopiada para municionar aquella tropa, y caido un lienzo de pared, penetró al corral el indio Nicolas Martinez, y hallando á su corregidor aturdido en un rincon, se acercó á él y le degolló prontamente, y le bebió mucha parte de su sangre.

Allí contempló otro rostro, el de un hombre ya entrado en años, pálido, delgado, con fisonomía de quien se ha dedicado al estudio, ojos turbios y fatigados por la lámpara á cuya luz leyó tanto ponderoso volumen y meditó sobre ellos. Sin embargo, esos mismos fatigados ojos tenían un poder extraño y penetrante cuando el que los poseía deseaba leer en las conciencias humanas.

Ya fuese fatigados y oprimidos de las extorsiones y violencias que toleraban, ó insultados y conmovidos con un espíritu de sedicion que sembró el reo Tomas Catari, con el especioso pretesto de haber conseguido rebaja de tributos, se alzaron con tan furioso impetu, que en breve espacio de tiempo el incendio abrasó todas las provincias.

Sus ojos enrojecidos y fatigados brillaban en el fondo de las órbitas; sus labios apretados revelaban amargura e irritación. Allí estaba, petrificado en un dolor mudo. El deseo de acercarme a él me sacudió como un calofrío de fiebre. Pero, cuando quise levantarme, sentí como dos manos de hierro que pesaban sobre mis hombros y me hicieron caer de nuevo en mi asiento.

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