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Actualizado: 16 de mayo de 2025
El mismo Luis Quijada, mayordomo de la Princesa regente, no pudo llegar hasta unos días después, por el fatal estado de los caminos; todo lo cual puso al Emperador de malísimo humor y le hacía prorrumpir en desabridas quejas, no pudiendo sufrir verse en tal especie de desamparo el que tan acostumbrado estaba á mandar y ser servido.
Lanzó muchas imprecaciones contra aquel retardo que lo relegaba a la cola de la cacería en el momento del triunfo. Enceguecido por la desesperación, saltó temerariamente los cercos, y estaba a punto de reunirse a la traílla cuando ocurrió el accidente fatal.
Don Braulio, por último, si se juzgaba víctima, no culpaba a la sociedad en su conjunto, ni a ningún individuo singularmente, sino suponía que todo emanaba, por manera fatal e inevitable, de la misma naturaleza de las cosas.
Quedan horas no más para el martirio. El alma que ya acecha, es el alma que quiere nubes rojas, pero rojas con sangre de las venas. Cada minuto ya la va acercando, fatal inevitable... El reo espera, vibrante el corazón, opresa el alma, pero tranquilo el rostro y la conciencia.
Únicamente de este modo podía él explicarse la frecuencia con que aparecen en las novelas. Siguió mirando á la Torrebianca para darse cuenta de si era una mujer fatal ó una mujer perseguida injustamente; pero ella había bajado los ojos, diciendo con triste modestia: He sufrido mucho al ver que usted huía de mí.
Se recreó en las curiosidades arqueológicas, aseguró que la ciencia de los venenos no había progresado, que habíamos perdido las fórmulas de Locusta, de Lucrecia Borgia, de Catalina de Médicis y de la marquesa de Brinvilliers, y lamentó, riendo, la pérdida de tan hermosos secretos, lloró por el veneno fulminante del joven Británico, por las guantes perfumados de Juana de Albret, los polvos de sucesión y el licor de familia que cambiaba el vino de Chipre en vino de Siracusa; en su revista no olvidó tampoco el ramo fatal de Adriana Lecouvreur.
La sirvienta Filiberta me contó después lo sucedido en aquella noche fatal.
Asi cayo en otros tiempos el monte Rosemberg minado por los anos. iQue no hubiese caido sobre mi! iAmigo tened cuidado! el dar otro paso pudiera seros fatal. Por el amor del Criador, no permanezcais a la orilla de este precipicio.
La vida diplomática tiene, es cierto, nobilísima esfera de acción, pero para un hombre de esas condiciones se asemeja a un suicidio moral. Porque si las funciones diplomáticas permiten disponer de ocios, es preciso llenarlos, y si no se les llena con la labor literaria, un temperamento demasiado activo corre peligro de emplearlos en apurar hasta las heces el cáliz de Capua, y ese cáliz es fatal.
Luego se pasó la mano por la frente como si hubiera querido arrancarse un pensamiento horrible, y haciendo un poderoso esfuerzo se separó de la mesa á la que parecía retenida por una influencia fatal. Don Juan estará esperando dijo al bufón. ¡Oh! ¡no piensas más que en él! dijo el tío Manolillo sin detenerse en su paseo. Sí, sí, es verdad; quiero verle cuanto antes; quiero concluir; id por él.
Palabra del Dia
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