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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Pero un día fatal hizo el diablo que don Fernando acompañase a su mujer a una fiesta de familia, y que en ella hubiera una sala, donde no sólo se jugaba la clásica malilla abarrotada, sino que, alrededor de una mesa con tapete verde, se hallaban congregados muchos devotos de los culbículos.
¡Laura... Elena...! exclamó la viuda completamente vuelta en sí . ¡No llames madre a esa mujer! Ven aquí, sobre mi corazón, querida mía... Pero calló de pronto, por el temor de que una revelación inesperada fuera a causar a su hija una emoción fatal. ¡Oh Marta! ¡Vos aquí! ¡Ahora ya no me puede suceder nada malo! exclamó la joven arrojándose en sus brazos.
Pero cuando el primer ímpetu del dolor comenzó naturalmente a calmarse, como él tenía que habituarse de manera fatal a la idea de la muerte; como todas las fuerzas de su alma se concentraban a recoger, a custodiar, a inmortalizar la memoria del ser que se había alejado para no volver, en su mente comenzó a apuntar la reflexión de si la muerte no se compadecería de aquel odio ciego y de su deseo de venganza.
Yo las ví llorando como unas Magdalenas y soplándose las palmas de las manos, escaldadas por aquel fatídico instrumento de cinco agujeros que pendía de fatal espetera en el despacho de D. Paco. Las pobrecillas estuvieron a moco y baba todo el día.
Parece que se efectuaba sobre la tosca muchacha el potente y fatal dominio que la inteligencia superior ejerce sobre la inferior. Triste y silenciosa recostó su cabeza sobre el hombro de Teodoro. Vamos allá dijo este súbitamente. La Nela tembló toda.
Pero de la que estaba más orgulloso y la que le había valido, al decir de él, infinitas enhorabuenas, era un cierto poema dedicado al desafío de dos íntimos amigos suyos, fatal para el uno de ellos, pues el contrario le había atravesado el vientre de un balazo.
»De noventa pulsaciones, bajó setenta y cinco; luego fortalecida de aquellas emociones que a cualquier observador superficial habrían parecido bastante menos intensas, se durmió, tal vez con el sueño más tranquilo que había podido conciliar desde la noche fatal en que Amaury la llevó desde el salón al lecho en que aun estaba acostada.
Un dia ¡dia fatal! que pasando su errante mirada por todos los objetos que la circundaban, se encontró con la camarista, echó mano de unas bien afiladas tijeras, de que siempre iba armada, se lanzó sobre ella cual el águila sobre su presa, y antes de que su contraria lo hubiera podido evitar, ya la habia despojado de su dorada cabellera.
El interés que me inspiró, también lo hubiera obtenido de usted. ¿Verdad que es imposible negar una tierna piedad a la desgracia? »Ya sabe usted, Carlos, que durante su ausencia he perdido a mi madre. Cuando vio que se aproximaba el instante fatal, nos llamó a los dos a su lado; después me miró, y una nube de inquietud pareció empañar el brillo de sus ojos.
Dejaba hacer a Celemín, como Dios deja hacer a los déspotas y tiranos, sabiendo que la voluntad y autoridad de ellos son inútiles, y que la providencia, el designio providente del autor, reside dentro de cada uno de los personajes que juegan el drama, a modo de ley fatal o ineluctable norma de acción.
Palabra del Dia
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