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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Solo nos falta la autoridad de Bœnninghausen para afirmarlo; y sin embargo, es un hecho que en Alemania se le ha dado como un específico de esta fatal dolencia.
¡Qué imprudente he sido al encargarme del secreto de otra! ¡Cómo me arrepiento de esta fatal condescendencia y del movimiento de lástima que me impulsó a ello! Mi padre está un poco triste y preocupado, aunque se esfuerza por no dejarlo ver. Estaba acostumbrado a la idea de que Máximo sería su hijo, él mismo me lo ha confesado.
Un destino fatal encadenó su vida a la de ese desdichado, víctima de su temperamento, víctima también de su egoísmo y de su orgullo... Está bien añadió al cabo serenándose . Mañana llega Clara, pasado saldremos todos para el Havre y dentro de tres días navegaremos en alta mar respirando el aire de la libertad y de la dicha.
Pero lo gordo, lo grave, lo extraordinario que en aquel fatal fin de mes ocurrió al asendereado chico, fué el rompimiento con su socio, míster Robert. Rechazado por su padre, desoído por el usurero, entró en el escritorio, dispuesto a sacar de la caja los cincuenta mil pesos que necesitaba, si los había, o a girar contra la casa, si no los había.
Lo que más le confundía era la extraña rapidez, la fatal impaciencia con que se precipitaban sobre él tantas contrariedades, tantas amarguras, que no le daban tiempo para buscar aliento y esperanza en su inteligencia y en su corazón. Entró en la casa, y subió lentamente la escalera de la casa del siglo décimoctavo.
¡Es que, a pesar de todo, te ama, querida mía, y en ese caso aún no está todo perdido! No es que me ame... ¿Cómo quieres que sea eso?... No, es que recuerda el pasado, y se venga de mi orgullo, de mis preocupaciones de clase, de mis miserables desdenes... es que quiere probarme cómo un simple artista sabe sufrir y morir como un caballero. ¿Cuánto tiempo queda aún para que expire el término fatal?
Permite que adorne un lauro Mi cadáver macilento, Y que no muera mi acento Cual voz en la soledad! ¡Pero ya es tarde! la mano Que marca la última hora, Se levanta aterradora Y vuelca el reló fatal; Y las cuerdas de mi lira, Como nervios doloridos Producen tristes sonidos Una á una al reventar.
Lo singular es que si se hubiera preguntado á cualquiera particularmente su opinión sobre el discurso, habría dado tal vez una opinión no desfavorable; pero la opinión de un público no es la suma de las opiniones de los individuos que lo forman, no; en la opinión colectiva de aquél hay algo fatal, algo no comprendido en las leyes del sentido humano. Decididamente, Lázaro fracasaba.
Clara por su parte hacía esfuerzos extraordinarios por apartar de su imaginación aquel desafío fatal. Alguna vez, sentada al lado de su marido al pie de una fuente o caminando emparejada con él por el monte, llevando ambos colgada del hombro la escopeta, se sintió feliz. Hubiera permanecido allí toda la vida. Cuando volvieron a Madrid la casa se le cayó encima.
A pesar de mi insistencia, nada se hablaba del régimen dotal, y costóme grandes esfuerzos introducir en el acta, una cláusula protectora que declaraba inalienable, sin el consentimiento legalmente expreso de su señora madre, un tercio de su haber inmueble. ¡Vana precaución!, señor marqués, y podríamos decir, precaución cruel de una amistad mal inspirada, porque esta cláusula fatal no hizo sino preparar insoportables tormentos á aquélla, cuya salvaguardia debía ser.
Palabra del Dia
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