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Actualizado: 10 de junio de 2025
Nunca como en aquel momento sintió el exaltado chico ganas de tener alas. Apresuró el paso todo lo que pudo, y al llegar a su calle... ¡Dios!... lo que se temía... Fortunata en el balcón, mirando por la calle del Castillo hacia el paseo de la Habana, por donde seguramente había seguido el coche. Subió el joven farmacéutico tan rápidamente la escalera, que al llegar arriba no podía respirar.
¡Elena! Pero ¿eres tú? El primo Vilches la saludó con efusión un poco embarazada. La conducta de Elena había disgustado a toda la familia. Desde hacía ya tiempo el farmacéutico, que iba con frecuencia a Madrid, no había puesto los pies en su casa.
Enséñeme usted más acuarelas decía a lo mejor Nieves a Leto , o más dibujos. Y Leto la complacía de muy buena gana; y con motivo de los dibujos o de las pinturas, otro párrafo mano a mano entre la sevillanita y el mozo farmacéutico, párrafo que a éste le sabía a gloria. Tiene usted que enseñarme le dijo ella en una de estas ocasiones , a pintar estas manchas de árboles.
Al farmacéutico Duvierti le obligaron, poniéndole los rifles al pecho, á entregar todo el dinero que poseía, y lo mismo hicieron con los dueños y dependientes de las casas mercantiles de Celedonio Gómez, Mancebo Hno., Isidoro Campa, Cucirié y Co., J. Servet y otras muchas.
La chica trajo un vaso con cucharilla, y Fortunata tomó la antiespasmódica. «¡Qué bueno es usted, Segismundo! ¡Qué agradecida estoy a lo que hace por mí!». Todo y mucho más se lo merece usted, carambita replicó el farmacéutico con efusión de cariño . Hemos de ser muy amigos.
Pues ahora te mando elegir entre el propio desastrado farmacéutico y el Príncipe de Asturias, si le hubiera, y soltero y galán... el Emperador de todas las Rusias y del Universo mundo... Pues también a Leto... ¡Y afirmabas que no había planes ni!... ¡Pero si vas tú dándomelos hechos, papá!... Pues arderá Troya, hija... y por los cuatro costados, antes que las cosas vayan por donde no deben de ir.
¡Para qué, mi señor don Alejandro? preguntó el farmacéutico relajando todos los músculos de su cara . ¡Para qué?... Para mi sosiego... para dormir, para comer... para vivir; ¡caray! para vivir, mi señor don Alejandro... Para todo eso.
Si uno vende azúcar y canela en pequeña cantidad, es un vulgar ultramarino; en cambio, si negocia con estos géneros en grande, es un comerciante. Fenómeno singular: con las drogas sucede lo contrario; vendiéndolas en grande, es uno un droguero; vendiéndolas en pequeño, un farmacéutico, un hombre de ciencia.
Pásmate ahora más: este mozo es farmacéutico; y ¡pásmate más todavía! se llama Leto de nombre y Pérez de apellido; es decir, Leto Pérez, boticario de Villavieja, como le pondrán en los sobres de las cartas. ¿No parece mentira?... También nos acompaña mucho, casi tanto como él, un señor de muy buena sombra, don Claudio Fuertes y León, comandante retirado y administrador y apoderado de papá aquí.
Pues... el objeto que aquí me trae... Ante todo, debo decirle que yo no soy ningún aventurero. En toda la provincia de Orense es bien conocida mi familia... Mi padre es farmacéutico en Bollo y ha hecho una fortunita... vamos, que aunque no sea ninguna cosa del otro jueves, como soy hijo único, me permitirá vivir sin trabajar.
Palabra del Dia
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