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Mi pobre abuelo se cayó desfallecido de hambre, en el barranco de ese puente, y voy al pueblo a pedir auxilio a la guardia civil o a la primera persona caritativa que encuentre. ¿Pero no podemos nosotros socorrerle? contestó Juanito. Mira, la primera casa del pueblo es la mía y allí yo te aseguro que no le faltará nada a tu abuelito.

Mi hermana, la duquesa de Somavia, tiene instrucciones mías y te dirá la forma en que dispongo que se emplee el legado. Con ella nada te faltaráEsta carta la leí siendo ya hombre. Mi padre se la había entregado a la duquesa, y ella me la enseñó. Pero recuerdo cuando mi padre la leyó por vez primera, en el Pazo de Valdedulla, estando el conde de cuerpo presente.

Antes faltara en ella el escudo que la parra, cuyos sarmientos cargados de hoja parecían un bigote que aquella tenía en el lugar correspondiente de su cara, siendo las dos ventanas los ojos, el escudo la nariz y el largo balcón la boca, siempre riendo.

26 Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién creó estas cosas: él saca por cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará por la multitud de sus fuerzas, y por la fortaleza de su fuerza. 27 ¿Por qué dices, [oh] Jacob, y hablas [], Israel: Mi camino está escondido del SE

Es muy posible que tu esposo, llevado de la corriente y de los perversos usos del día, se hastíe un poco de ti, y busque entretenimiento y variedad en otras mujeres. ¡Atroz desaire que te producirá no pocos sofocones y te pondrá a dos dedos del mayor peligro en que jamás se han visto tu dignidad y virtud!... Pues si te dejas llevar del despecho y rabia de los celos, si te impacientas demasiado por la soledad en que tu esposo te tiene, te faltará poco para caer en pecado igual al suyo.

Abuelo, vamos, haga Vd. un esfuerzo para levantarse, dijo la niña mendiga, pues aquí vienen un señorito y una mujer para ayudarme a conducirle a Vd. al pueblo. El hombre, exhalando gemidos, se movió pesadamente como si le faltara la fuerza para levantarse, luego apoyó una rodilla, después la otra y por fin las manos, quedándose a gatas y bajando la cabeza como si quisiera ocultar su cara.

A falta de padre, y estamos como si faltara, usted es quien debe gobernar: yo la ayudaré... y elija Vd., madre: poner remedio al mal, o dejar que lo remedie yo solo, contra mi padre, contra Pepe, contra todos. ¡No, hijo de mi alma, por Dios, eso no, a Pepe no le hables de estas cosas! ¡Ah! ¿Tiene Vd. miedo? Pues yo no.

El servicio que vuesa merced ha prestado a la Iglesia y al Rey díjole a Ramiro, antes de despedirse, dejando a una parte el largo padecer, que eso no se mira en hombres de vuestra sangre, no puede quedar sin recompensa. Mañana debo partir para la Corte. Yo he de pretender para vuesa merced el hábito de Alcántara; no faltará quien desee complacerme.

Puede decirse que buscó un refugio en su misma exposición á la vergüenza pública, y que temía el momento en que esa protección le faltara. Embargada por tales ideas, apenas oyó una voz que resonaba detrás de ella y que repitió su nombre varias veces con acento tan vigoroso y solemne, que fué oído por toda la multitud. ¡Óyeme, Ester Prynne! dijo la voz.

Llevóme á una casa inmediata, hizo que me metieran en la cama, y me dieran de comer, me sirvió, me consoló, me halagó, me dixo que no habia visto en su vida criatura mas hermosa, ni habia nunca sentido mas que le faltara lo que nadie podia suplir.