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Actualizado: 25 de julio de 2025


Sus ojos, que me parecieron de dimensiones extraordinarias, interrogaron con una curiosidad indolente la escena que tenía lugar en el terrado. Y bien ¿qué es lo que hay? dijo con una voz tranquila. Le dirigí entonces una profunda inclinación, y maldiciendo una vez más mi saco de noche, que divertía visiblemente á aquellas niñas, me apresuré á subir las gradas de la escalera.

Conociendo S. E. que por aquel camino no llegaba al fin que se proponía, se resolvió a echar por el atajo, y, en consecuencia, se expresó así: Debe usted considerar, además, que el tomar ese papel será un acto eminentemente patriótico, atendidas las circunstancias extraordinarias que obligan al Gobierno a crearle. Sin duda alguna; pero... respondió don Simón, sin dar más lumbres.

Sea cual fuere la opinion que se adopte sobre la igualdad ó desigualdad de las almas humanas, nadie duda de que las diferencias en la organizacion pueden influir en el talento y en la índole; y que ciertos espíritus de facultades extraordinarias deben una parte de sus dotes á una organizacion privilegiada.

Además, como estuvo toda su vida bajo el poder y la vigilancia de su madre, no pensaba que hubiera más vida, y estaba tan acostumbrada a sus filípicas que, cuando no eran extraordinarias, las escuchaba como un ruido enfadoso, y se autorizaba una que otra vez, si el temporal no era muy recio, ciertas salidas graciosas, aunque atrevidas.

Así debió de pensarlo el joven rubio, a juzgar por el éxtasis apasionado de sus ojos y la inmovilidad marmórea de su figura. Al fin la dama, no pudiendo vencer la irritación que esto la producía, alzóse bruscamente de la silla y despidiéndose con una frase seca del dependiente, que le guardaba extraordinarias consideraciones, salió del comercio y llegó hasta la Puerta del Sol a toda prisa.

Y él no se hartaba de contar las cosas extraordinarias que había visto, durante la peregrinación, y en la capital misma. A ti dijo a su mujer te he traído un objeto de extraño mérito; se llama espejo. Mírale y dime qué ves dentro. Le dio entonces una cajita chata, de madera blanca, donde, cuando la abrió ella, encontró un disco de metal.

Al anochecer, sólo se habló en la ciudad de la cogida de Gallardo: la más terrible de su vida. A aquellas horas se estaban publicando hojas extraordinarias en muchas ciudades, y los periódicos de toda España daban cuenta del suceso con extensos comentarios. Funcionaba el telégrafo lo mismo que si un personaje político acabase de ser víctima de un atentado.

Aquella misma noche en que acontecieron al sobrino de su tío las extraordinarias aventuras que dejamos relatadas en el capítulo anterior, y cabalmente en los momentos en que el joven sostenía su extraño diálogo con la dama encubierta, doña Juana de Velasco estaba sentada en un ancho sillón forrado de terciopelo, al lado de una mesa, leyendo á la luz de los dobles mecheros de un enorme velón de plata, un no menos enorme libro á dos columnas, mal impreso y cuyo papel era fuertemente moreno.

Trabajó horas extraordinarias, bebió menos, fué reuniendo economías, pues deseaba hacerse perdonar con su generosidad el retraso en el pago de la deuda. Al mismo tiempo buscaba un hombre que se encargase de ir á depositar la cantidad sobre la tumba del desierto.

Sonreía maliciosamente y al mismo tiempo con desprecio, como regocijado por la inferioridad en que vive la hembra de los campos. ¡Las mujeres! ¡Vaya usted a saber lo que piensan, don Jaime!... Margalida es como todas: amiga de vanidades y cosas extraordinarias.

Palabra del Dia

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