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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Rayaba la credulidad en insensatez: Andrés de Mendoza cuenta en serio que un día «en San Ginés, un fraile descalzo francisco, de grande opinión de santidad, se arrebató en éxtasis, en el cual, desde la mitad de la iglesia, fue hasta el altar por el aire, y en él se estuvo un cuarto de hora mirando el Santísimo Sacramento a vista de gran pueblo, que le hizo pedazos el hábito, a que suplió la piedad y grandeza de la señora duquesa de Nájera».
Después de este bello rasgo, la señora de Laroque, evidentemente muy contenta de sí misma, volvió á caer en éxtasis sonriendo, y la señorita Margarita continuó de nuevo manejando el abanico con más gravedad. Una hora después llegábamos al término de nuestro viaje.
Para esto suele el Mapono más venerable coger en brazos al aprendiz, ponerle á mirar á la luna cuando está llena, estirarle los dedos mandándole que se deje crecer las uñas, llevarle por los aires y ponerle en el seno de la diosa Quipoci; vuelve el miserable de aquellos éxtasis afligido y desmayado, de suerte que apenas, después de muchos días, recobra sus fuerzas.
Si la llevaban de paseo por los alrededores de la ciudad, deteníase á contemplar con éxtasis las tierras plantadas de maíz y daba su opinión en voz alta sobre el resultado de la cosecha; lanzaba gritos de admiración delante de algún prado feraz; saltábansele las lágrimas si oía el tañido lejano de la gaita.
Durante el éxtasis, ¿quién podrá saber lo que pasó en aquella cabeza? Dios tan solo. #Virgo prudentísima.# Visitemos á los dos huéspedes del cuarto segundo en la noche siguiente á la de su instalación. Prodigioso esfuerzo del genio doméstico de María de la Paz Jesús había podido acomodar dos camas en la habitación alta.
La contemplé con embelesamiento, con un éxtasis religioso que no pasó inadvertido para ella. Así me gusta dijo sonriendo. Cuando se quiere a una mujer, ha de ser de veras. Yo me reí también, ruborizado. Nunca hemos tenido un trato muy íntimo siguió, porque yo me he criado en Sanlúcar, y ella entró de interna en el colegio muy temprano.
Es más: la poesía erótica es tan bella, entendida y realizada así, que, lejos de condenarla, la religión, por severa y espiritual que sea, ha solido valerse de sus frases vehementes y de sus acentos apasionados, para expresar los éxtasis y arrobos místicos, y los más sublimes misterios, aspiraciones y raptos del alma hacia lo infinito y lo eterno.
Y otra vez fija su mirada en aquel delicioso océano en miniatura, y entonces penetra mejor la Naturaleza, madre fecunda, pero tan severa, que parece encontrar un áspero gozo en devorarse á sí misma. Nuestra heroína permaneció sumida en éxtasis, oprimido el corazón por aquella idea.
Sus amarillas ropas de infamia cubiertas de rojos pintarrajos absorbían la lumbre del poniente y cobraban sobre ella un esplendor bárbaro y fatídico. Hubiérase dicho la sacerdotisa de algún espantoso culto de inmolación y de éxtasis pronta a arrojar su sagrado cuerpo a las llamas.
Eran atraídos por el olor apetitoso y agradable de los pasteles, que corría por todo el rancho, y que al penetrar por la nariz ponía en juego las glándulas salivales y hacía caer los estómagos en sueños deleitosos y en éxtasis bucólicos.
Palabra del Dia
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