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Vuecencia me perseguía, me comprometía, me exponía y se exponía a mismo a tener un lance con mi novio. He sido leal y no he ocultado a vuecencia que tengo novio y que le quiero y que por nada y por nadie del mundo le faltaré nunca. Vuecencia ha sabido por mi boca que ese novio mío es su amigo de toda la vida. Si él debe a vuecencia muchos favores, también vuecencia se los debe.

Era, en una palabra, el tablado en que estaba la picota: sobre él se levantaba la armazón de aquel instrumento de disciplina, de tal modo construído que, sujetando en un agujero la cabeza de una persona, la exponía á la vista del público.

A me gusta ser muy claro en mi vida; he sabido siempre en casos semejantes lo que otros arriesgaban y lo que yo mismo ponía en riesgo. Por fortuna, ni de una ni de otra parte se exponía nada muy preciado. Me gustan las cosas que se deciden prontamente y en igual forma se desenlazan. La felicidad, la verdadera dicha, es en una leyenda.

A impulsos de esta simpatía había llegado a considerar a Maltrana hombre de grandes arrestos, tan corajudo casi como él, y cada vez que pensaba en la posibilidad de hacer un disparate para vengarse de la gente del barco o de los pasajeros orgullosos, exponía de idéntico modo su discurso: «Entre don Isidro y yo...». Y don Isidro escuchaba y aprobaba con su sonrisa estos planes destructivos, halagado en el fondo de su ánimo de que aquella fiera le considerase digno de su colaboración.

No entiendo de esos negocios infernales, estoy acostumbrado a los tratos sencillos del comercio a la antigua, pero no desconozco lo fácil que es quedarse los bolsistas en medio de la calle de la noche a la mañana. ¿Y puedo yo estar tranquilo...? Al principio, Antonio era prudente y no exponía gran cosa; pero la ganancia le ciega, y ahora... ¿sabes? me he enterado de que se mete tan hondo, que si la fortuna le volviese la espalda, en veinticuatro horas quedaba limpio, sin cubrir sus compromisos, y por tanto, deshonrado.

La animalidad todavía dominante en el hombre exasperaba a Gabriel. Era el obstáculo con que tropezaban los planes generosos del porvenir. Y exponía ante sus oyentes atónitos las transformaciones de la creación natural y el origen del hombre: el inmenso poema de las evoluciones de la Naturaleza, desde el protoplasma originario hasta las infinitas variedades de la vida.

Pero él se guardaba bien de descubrirse... si no, ¡adiós platitos de arroz con leche! la escoba de Pampa y el vigilante... El sol entraba en el comedor, tan alegre, que parecía de primavera; a su grato calorcito, el morrongo de la casa, espatarrado, exponía su vientre de terciopelo. Afuera, cantaba Catalina la genovesa un aire de su país, con acompañamiento de platos y cacerolas.

Pero también temía proporcionar con ello armas a sus enemigos; Germana no estaba salvada aún; era jugarse el todo por el todo y se exponía a cerrarse las puertas del matrimonio. Además, por mucho que buscase a su alrededor, no encontraba un hombre que valiese un capricho ni que fuese digno de sustituir por un solo día al señor de Villanera.

El criado que le abrió la puerta le dijo que el Conde dormía con tranquilidad, que aquélla no era hora de visitas, que él no le pasaba recado y que se exponía a que le tirase a la cabeza los libros, el vaso de agua y cuanto tenía sobre la mesita de noche.

El plan no tiene falla por ninguna parte. Y lo exponía con la sequedad de un grande hombre ofendido por la ignorancia de su auditorio. Fundar un Banco era cosa corriente en aquellos países. Cada semana nacía uno, según le había dicho Martorell. No había calle principal de Buenos Aires que no tuviese unos cuantos.