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Escriba usted a Juan Pérez o a Luis Fernández, y háblele como si realmente existiera. ¡Don Celso!... Y ¿he de firmar yo una superchería semejante? Y ¿por qué no? Sobre que la carta no ha de salir de la administración adonde vaya a parar.... ¡Pregunte usted en Madrid o en Barcelona por un Juan Pérez, sin más señas! El asunto es engatusar a este bodoque.

La honestidad, la castidad y hasta la inocencia más columbina, consisten en abominar de lo malo y no en ignorarlo del todo, como si no existiera.

Cuando llegó Magdalena experimenté cierta turbación; no la había vuelto a ver desde el jueves último por la tarde. Era indudable que esperaba ella una explicación; pero me sentía incapaz de dársela y callé. Estaba espantosamente confuso y distraído. Oliverio que no creía que existiera ninguna razón para ser caritativo conmigo me acribillaba con sus epigramas.

Pero todo fué en vano; el hilo estaba ya roto, y ya me fué imposible remontar mi mente hasta los palacios de Armida, de donde bajé en un salto; y así, el artículo principiado con las mágicas razones de Híala y Nadir, fuerza fué acabarlo con la parla rastrera de mi académico Bartolo. Si no existiera la mujer hermosa fuera un bridón el ídolo del moro.

Sin lengua, ¿qué sería, Andrés, de los chismosos, canalla tan perjudicial en cualquier república bien ordenada? ¿Qué de los abogados? Ni existiera sin lengua la mentira, ni hubiera sido precisa la invención de la mordaza, ni entrara nunca el pecado por los oídos, ni hubiera murmuradores ni bachilleres, que son el gusano y polilla de todo buen orden.

Tuve todavía un gran pesar, que de tan vivo y doloroso, no puedo confiárselo a nadie; la susceptible altivez de mi esposo no le dejaba comprender que existiera correspondencia entre la señorita de Orleans y yo, ni las gracias que mi familia recibió de ella, en muchas y determinadas ocasiones.

¡Oh! eso lo dicen todos los condenados... Es muy fácil... Pero en cuanto á dar una prueba... ¿Y si esa prueba existiera? Sorege se puso lívido, sus ojos lanzaron un relámpago y exclamó: ¿Qué prueba? La confesión del crimen por su autor. ¿Y ese autor, ¿quién es? Una mujer. ¿Tendré que decir á usted su nombre? ¿Cuál, en este caso?

El sauce protegía con sus llorosas ramas la tumba, y era lástima que no hubiese cabellos verdes, pues si tal existiera la ilusión sería completa. Al fondo nada le faltaba ya; era un modelo de perspectiva melancólica, hasta tal punto, que sólo quien tuviese corazón de peña podía verlo sin sentir gana de hacer pucheros.

Si existiera el Dios providente, y lo hubiera visto, con una mano se habría cubierto el rostro y con la otra habría hecho rodar al abismo aquella negación de Dios». Y fue luego deportado a Isla de Pinos y más tarde enviado a España en calidad de deportado. Para ella embarcó el 15 de enero de 1871.

Palma bendecida, del martirio prenda cierta, sola verdad conocida, sin el alma no despierta y es imposible la vida. Sin no hay inspiracion, y agostado el corazon en nada descubre encanto; sin no existiera el llanto, bálsamo de la afliccion. El placer de más valía, al llegar á poseerlo, cual humo se desharía: porque ¿qué valor tendria sin el temor de perderlo?