Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de mayo de 2025
Habiendo visto una tierra que sólo existía en su imaginación, sostuvo que no se podía pasar más adelante. A su regreso fué objeto de las mayores censuras, diciéndosele que no había osado aventurarse; y hasta se le impidió tomar el desquite y que rehabilitara su honor perdido.
Eran las llamadas Montañas de los Moros, con la punta del Esterel, una desviación de los Alpes Marítimos, un sistema montañoso aparte, que se mete aguas adentro. Al otro lado existía un pedazo de la llamada Costa Azul que empieza en Tolón y Hyères; pero este fragmento no interesaba al coronel.
Hullin, con el codo apoyado en la mesa y la mano en la mejilla, la miraba ir y venir, gravemente, pensando en la cantidad de firmeza, de voluntad y de resolución que existía en aquel cuerpecillo, ligero como una hada y decidido como un húsar. Pocos instantes después Luisa le servía la tortilla en un plato grande y vidriado, el pan, el vaso y la botella. Aquí tienes, papá; y, ahora, regálate.
Roberto estaba todavía sentado, como yo lo había dejado, en una esquina del canapé; había fumado su cigarro, del que no le quedaba ya más que la punta entre los dedos, y el bordado de Marta contenía una flor que antes no existía. ¿Por qué te encoges de hombros con ademán tan despreciativo? me preguntó Marta. Y Roberto agregó: Parece que no tengo la aprobación de la señorita.
Nada existía en el mundo para esta madre, sino su hijo, a cuya cabecera había pasado quince días sin comer, sin dormir, llorando y rezando. La dentición del niño no podía avanzar, por no poder romper las encías hinchadas y doloridas. Su vida peligraba. El duque aconsejó a la afligida madre que consultase a Stein; y, verificado así, el hábil alemán salvó al niño con una incisión en las encías.
Magdalena abrió los ojos, quiso incorporarse exclamando: «¡Aire! ¡aire! ¡Me ahogo!» y se desplomó lanzando un suspiro. Era el último. Magdalena de Avrigny ya no existía. Levantose el doctor y con voz ahogada dijo: ¡Adiós, Magdalena! ¡Adiós, hija mía! Amaury lanzó un grito terrible. Antonia sollozaba como si su pecho fuera a desgarrarse.
Ahora que la señora Percival me había revelado cuáles eran los verdaderos sentimientos de Mabel, comprendía qué necio había sido en tratar de fingir indiferencia hacia ella, aparentando todo lo contrario de lo que en realidad existía en mi corazón. Había sido un gran tonto, y lo estaba pagando cruelmente.
No ha muchos años existía en su antiguo estado, viéndose el pequeño patio con el jardinillo, de que habla Montalván; pero después se ha derribado, variando por completo su forma.
Primero se sintió desalentada y como aniquilada por la fatiga; una nueva claridad iluminó su espíritu, comenzó a reflexionar, y a buscar en aquella necesidad extrema, si no existía algún último medio de continuar su lucha contra el destino. ¿Despertaría su hija? ¿La vestiría apresuradamente y emprendería la fuga con ella a favor de la obscuridad?
Sin duda ya era tarde, pero aunque no pudiera seguir amándole, debemos creer que habría vivido ciertamente tranquila, si no serena. Fuera de eso, no existía el bien para ella.
Palabra del Dia
Otros Mirando