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A lo largo de la calle, la gente de las ventanas y balcones comenzaba a agitarse con extraño movimiento; los hombres se asomaban cuanto podían, las mujeres se santiguaban y persignaban a escape, levantando los ojos al cielo. Poco después todos los labios proferían una misma exclamación: ¡Los relajados! El espadero tuvo que acercar su boca al oído de Ramiro para decirle: Son los que han de morir.

Al retroceder una vez más le faltó pie y se hundió en las aguas del Garona. Con una exclamación general de sorpresa precipitáronse todos en auxilio de Tránter, que había desaparecido por completo en las profundas y heladas aguas del río. Dos veces apareció sobre ellas su angustiado rostro y en vano procuró asir los cintos, espadas y ramas que sus compañeros le tendían.

Yo me sentía fuerte en la segunda embestida; lord Gray era habilísimo tirador; pero estaba agitado, mientras que yo conservaba bastante serenidad. De pronto mi mano avanzó con rápido empuje; sintiose el chirrido de un acero al resbalar contra el otro, y lord Gray articulando una exclamación, cayó en tierra. Muero dijo, llevándose la mano al pecho . Araceli... buen discípulo... honra a su maestro.

¡Mi hijo! ¡mi hijo! ¡Alfonso! Alfonso corrió a su encuentro, deteniéndola al ver que se dirigía al pozo. Mamá no pensaba en nada concreto; pero al ver el gesto horrorizado de su hermano, recordó entonces mi exclamación de una hora antes, y lanzó un espantoso alarido. ¡Ay! ¡Mi hijo! ¡Se ha matado! ¡Déjame, déjenme! ¡Mi hijo, Alfonso! ¡Me lo has muerto! Se llevaron a mamá sin sentido.

En vez del gozo que esperaba, vio cruzar por ellos un relámpago de ira al cual sucedió instantáneamente una expresión de absoluta indiferencia, la misma expresión de cansancio y hastío que hacía tiempo reflejaba su semblante. Alzose con lentitud de la silla, sin contestar a la exclamación de su penitenta, y avanzó hasta ella en silencio.

Lo primero que Isidora echaba de menos era su doncella, Agustina, tan aseada, tan lista, tan ligera, tan señorita. «No, no exclamó la joven con angustia . Yo no nací para pobre, yo no puedo ser pobre». Dios la amparó en aquella noche de prueba, porque al poco rato de haber lanzado la exclamación dolorosa, salida de lo más vivo de sus entrañas, llegó su cara doncella.

Entonces la encargada de vestir y desnudar cómicas, según los casos, no pudo reprimir una exclamación de sorpresa y, haciendo ademán de santiguarse, dijo: ¡Bendito sea Dios! ¡Ay, señorita; mujeres hermosas tengo vistas, pero como usted, ninguna! Cristeta se sintió halagada y su pudor murió a manos de su vanidad.

Prorrumpió en una exclamación que asustó á la portera y enseguida, tomando su partido en un segundo, se lanzó á la escalera, subió los dos pisos, llamó con violencia, y sin preguntar nada al criado, que la conoció y estaba estupefacto, entró como una avalancha en el gabinete de su primo.

¿Por qué? tartamudeó, abriendo desmesuradamente sus negros ojos llenos de estupor. Porque contesté, porque el pobre Burton Blair ha muerto... y su secreto ha sido robado. ¡Qué! gritó, con una mirada de terror y una voz tan fuerte, que su exclamación repercutió bajo el alto y abovedado techo. ¡Blair muerto... y el secreto robado! ¡Dios! ¡es imposible... imposible!

Y su asombro, su sorpresa, no le permitieron lanzar otra exclamación. Luego se encolerizó. ¡Echala!... Que la agarren dos hombres y la pongan en el muelle, aunque sea á viva fuerza. Pero Tòni vacilaba, no atreviéndose á cumplir tales órdenes, y el impetuoso Ferragut se lanzó fuera del camarote para realizar por mismo lo que había mandado.