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Actualizado: 22 de junio de 2025
Las de Codillo, hijas de don Eusebio Codillo, el dueño del Café de la Marina, de la calle del Cantón, hoy arrendado a un murciano, son cinco y muy desiguales entre sí en color, en estatura y en carnes; pero todas ellas tienen cierto andar, cierto sonreír y cierto... vamos; y, sobre todo, unos humos de señoritas principales y acaudaladas, que meten miedo.
Y pocos dias hace que se publicó el tratado de Revelaciones del famoso Crítico Eusebio Amort, merecedor de que le lean los que han de exâminar semejantes revelaciones, porque se trata este asunto con buena Lógica y justa Crítica.
En la narración donde esto se ve más claro es en la titulada La familia de Hita. Los principales personajes no pueden ser menos ideales, ni más reales, ni más vividos, ni más ruines tampoco. Eusebio, el padre, es un soñador, holgazán, declamador de café e inventor de planes absurdos para ganar dinero y fama.
Esto supuesto, escribe don Vicente Mut, en el libro 7. de su Historia, cap. 15, que habiéndose esparcido por diferentes Reinos del mundo los Judíos de Jerusalén, prohibidos de entrar en ella por el edicto de Adriano, llegaron a Mallorca muchos con los mayores Rabinos de ellos; que según la cuenta de Eusebio y Baronio, sería el año 137 de Cristo.
Era Eusebio, el sacristán de la capilla del Sagrario, el Azul de la Virgen, como se le llamaba entre la gente de la catedral por el traje color celeste que vestía en los días de ceremonia.
Tal era su ardor en aquellos primeros días que varios de los contertulios en el almacen de comestibles que visitaba de vez en cuando, se afiliaron al partido liberal y liberales se llamaron D. Eulogio Badana, sargento retirado de carabineros, el honrado Armendía piloto y furibundo carlista, D. Eusebio Picote, vista de aduanas y D. Bonifacio Tacon, zapatero y talabartero.
Idéntica explicación había hecho a don Adrián, por encargo de Leto, al pedirle ropa con que mudarse éste; pero don Adrián lo creyó a puño cerrado desde luego, y no pasó más allá de lamentar el caso, dar a Cornias el equipo que le pedía, y rogar a Dios en sus adentros que no ocurrieran cosas semejantes cuando fuera en el balandro la señorita de Peleches, de la cual nada había dicho el mensajero de Leto al boticario; mientras que los pescadores, con más datos a la vista y mayor experiencia que don Adrián en achaques de aquel género, y maliciosos de suyo, se forjaron el lance a su capricho; y dándole por cierto, le narraban diez minutos después, con minuciosos detalles, en la taberna de Chispas, delante de varias personas, entre ellas la criada de don Eusebio Codillo que iba en busca de la media azumbre diaria de clarete que se bebía en la casa entre los seis de familia.
General Eusebio Hernández. General Enrique Loinaz del Castillo. General Salvador Cisneros Betancourt. General Manuel Piedra. General Gerardo Machado. General Domingo Méndez Capote. General Fernando Freyre. General Alfredo Rego. General Pedro Delgado. General Agustín Cebreco. General Alberto Nodarse. General Eduardo Guzmán. General Manuel Delgado. General Carlos González Clavel.
Palabra del Dia
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