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Revolviendo en su mente estos alegres pensamientos, llegó D. Acisclo a casa de doña Luz, entró en su cuarto y acertó a encontrarla sola como deseaba. Después de felicitar a doña Luz porque Dios había mejorado sus horas de modo tan estupendo e imprevisto, refirió el encargo que tenía y las circunstancias y solemnidades que hubo cuando se le hicieron.

Y hoy los mismos viejos que denigran a los poetas innovadores encuentran muy lógico y natural componer una décima. El arcipreste de Hita se complace en haber mostrado a los simples fablas et versos extrannos. Fue un innovador estupendo, y esos versos extrannos causarían de seguro el horror de los viejos de su tiempo.

Al subir al primer piso nomas se tropieza con un contraste que impresiona mucho: se ve á un lado el estupendo esqueleto de un árbol de la América del Norte, y al otro una galería de estatuas y bustos de mármol, y cabezas aisladas que son las imágenes de los mas eminentes pensadores y artistas contemporáneos, principalmente franceses.

También nuestros Misioneros quisieron entrar á la parte de hecho tan estupendo, asistiendo con el Crucifijo en las manos, y sin hacer caso de la vida iban delante con sus armas espirituales, no sólo en ayuda de los vencedores, sino también de los vencidos, á quienes procuraban ayudar. De los enemigos sólo seis escaparon con vida, de los cuales tres, malamente heridos, quedaron prisioneros.

Pudiera señalarse como un rasgo notable de la fisonomía de este país la aglomeración de ríos navegables que al Este se dan cita de todos los rumbos del horizonte para reunirse en el Plata y presentar dignamente su estupendo tributo al océano, que lo recibe en sus flancos no sin muestras visibles de turbación y de respeto.

Bien pudiera ser, como indica don Pedro de Madrazo, que Velázquez tuviese noticia de un estupendo torneo de los vasallos de Baco y cofradía Brindónica, hecho en un gran salón delante de sus Altezas serenísimas, celebrado en Bruselas ante el archiduque Alberto y su esposa doña Isabel Clara Eugenia.

Aquella noche dio D. Pedro un baile estupendo en el patio de su casa y salones contiguos. Criados y señores, hidalgos y jornaleros, las señoras y señoritas y las mozas del lugar, asistieron y se mezclaron en él, como en la soñada primera edad del mundo, que no por qué llaman de oro. Cuatro diestros, o si no diestros, infatigables guitarristas, tocaron el fandango.

Ya cuál es el quehacer del conde... Una juerga me dijo Pepita por lo bajo. ¿Cree usted?... ¡Uf! Como si lo viera. Las señoras en coche y los hombres a pie, nos trasladamos todos al muelle, donde nos esperaba una espaciosa falúa entoldada, con cuatro remeros sentados a la proa. El calor en aquel sitio era estupendo. El reflejo de las piedras abrasaba el rostro.

No estará de más que con la mayor reserva diga yo aquí, para ilustrar á mis lectores, que la poetisa tenía, entre otros, un defecto que suele ser cosa corriente entre las hembras que agarran la pluma cuando sólo para la aguja sirven, es decir, la envidia. «Pues verán ustedes ahora continuó D. Marcos cómo armo yo el desenlace de tan estupendo suceso.

Era tan estupendo aquello, que Fermín, después de haber presenciado el hecho, comenzaba a dudar, con el transcurso del tiempo, de que fuese cierto. Bien es verdad que después, el mismo don Pablo pagó con largueza el viaje a los enfermos para que fuesen curados por un médico célebre.