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Después dije no qué cosa contra los militares: el calló; pero al concluir mi discurso, vino á hablar conmigo y me expresó con algunas palabras su disgusto. Yo no esperé más: hacía tiempo que me cargaba aquel hombre, le tenía ojeriza sin saber por qué; le dije que me importaba poco su opinión.

Que piense; pero que piense hacia fuera y con las puertas del cerebro de par en par. Esto nadie lo ha de conseguir más que usted. Lo restante, hasta dejar las cosas como estaban anteayer, lo hará luego, sin grandes dificultades, el otro doctor. »No esperé un momento más. Volvime al lado de Luz, y llegué muy a tiempo, porque la hallé tratando de incorporarse en la cama.

Tío le dije, piense usted lo que hace, a usted no le cuadra una mujer tan joven... espere... reflexione. Cualquiera te tornaría a ti por un celoso me contestó recalcando la frase. La sangre me subió al rostro y no pude disimular mi turbación. ¿Y cuándo serán las bodas? preguntó don Benito, sonriéndose.

Merece una estocada dijo la joven. No por cierto: esta carta merece una paliza. ¿Pero de quién me valgo yo? ¿á quién confío yo...? Mostrad esa carta á vuestro padre. Mi padre necesita á ese infame: además, ésta no es la letra de don Rodrigo; se disculpará, dirá que se le calumnia. ¡Esperad! ¿Que espere?... ¡bah!, no señor; yo he de vengarme, y he aquí mis tentaciones.

Me ha dicho que se casará conmigo. ¿Y le has creído? ¡Yo! Le he dicho que espere y que te preguntaré a ti, pero él me ha contestado que no quiere que te diga a ti nada. Claro. Porque yo echaría abajo sus planes. Te quiere engañar, y quiere deshonrarnos, y que el pueblo entero nos desprecie porque me odia a .

He dado asueto á los criados. Juana debe venir en seguida y quiero que la recibas y le digas que me espere. Vamos á comer juntas. Bueno... En el momento se me ofreció imperiosamente la idea de apoderarme de la amiga de Lea. La hora era propicia; la casa estaba vacía; todo se arreglaba á medida de mi deseo.

María Teresa quedó desagradablemente sorprendida de la manera como hablaba su novio, de la ligereza con que acogía sus inquietudes, y respondió: ¿Acaso se sabe el nombre de una enfermedad que comienza? Casi todas principian con los mismos síntomas. El médico mismo, no puede decir nada. Espere, entonces, para manifestar tales alarmas.

Pues esperad que espere que llegue la noche, para restaurarse de todas estas incomodidades, en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas.

, ya lo ; tan caballero. Nunca esperé menos de ti. Hay momentos en que caballero y tonto son sinónimos dijo él. No lo creas repuso ella tendiéndole ambas manos en señal de despedida, y añadió Quien sabe amar sabe agradecer. «Ya me las pagarás todas juntas», pensó don Juan.

¿Cómo se llama? Julieta Raynal; su padre era oficial superior. ¿Raynal?... Espere usted, he conocido un capitán de ese nombre en un viaje a Argelia... y una vez hasta me salvó la vida... ¿En un encuentro con los árabes, tío? No, señor burlón, en un encuentro con un león. ¿Ha cazado usted fieras, señor Neris?