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Actualizado: 23 de julio de 2025
Sí, señor; es el que maya... Hágame su mersé el favor de esconderse ahí, detrás de ese montón de leña. Después que él entre se puee usté ir. Hice como me mandaba, y asomando con precaución la cabeza pude ver en medio ya del patio, iluminado de lleno por la luz de la luna, a un hombre con blusa blanca que venía caminando lentamente a cuatro patas.
Creo que sí. Es propio de las grandes almas caritativas esconderse, negar su propia personalidad, para de este modo huir del agradecimiento y de la publicidad de sus virtudes... Vamos a cuentas, Sr. D. Romualdo, y hágame el favor de no hacer misterio de sus grandes virtudes. ¿Es cierto que por la fama de estas le proponen para obispo? ¡A mí!... No ha llegado a mí noticia.
»Con esto, se fue Lotario; y Anselmo, otro día, con la escusa de ir aquella aldea de su amigo, se partió y volvió a esconderse: que lo pudo hacer con comodidad, porque de industria se la dieron Camila y Leonela. »Escondido, pues, Anselmo, con aquel sobresalto que se puede imaginar que tendría el que esperaba ver por sus ojos hacer notomía de las entrañas de su honra, íbase a pique de perder el sumo bien que él pensaba que tenía en su querida Camila.
Como desgraciadamente para el caso, hacía poco tiempo que el tío Alfonso cesara a su vez de esconderse para evitar los cuerpo a cuerpo con sus padres, conservaba aún muy frescas las estrategias subsecuentes, e hizo por mi persona cuanto era posible hacer para hallarme.
Llegó una ocasión en que se encontraron solos, pues los de 35 adelante habían caminado más aprisa que los de atrás. Tenían a sus pies un barranco. Al instante comprendió Gómez de Aguilar que se le presentaba una ocasión favorable para salvarse. Tiró al caudillo árabe al barranco, le sujetó y amordazó. Le quitó sus armas y le obligó a esconderse 40 con él.
Al poner Francisco Delaberge la palabra «urgente» en su informe dirigido a la Administración esperaba recibir una pronta respuesta. Los días que se pasaron aguardando la decisión ministerial pareciéronle tanto más largos por cuanto vivía muy solitario en la hospedería del Sol de Oro. La señora Miguelina se había hecho invisible de nuevo y parecía poner cada vez más empeño en esconderse.
¡Qué bonita estaba Luciana y qué resplandeciente de vida, en la radiación oblicua del sol al esconderse detrás de la movible cortina de los bosques! Había como un nimbo de oro en torno de su frente. Los pájaros revoloteaban cantando su canción de la tarde, y poco a poco se iban desvaneciendo las impresiones siniestras que traíamos del campo Quemado.
Y Dorotea se levantó, tomó un arquilaúd que estaba sobre un sillón, se sentó junto á la ventana, templó el instrumento, preludió con maestría algunos instantes, y luego cantó con una voz fresquísima y de un timbre admirable, la siguiente seguidilla: Como el amor es ciego por tener ojos, en los tuyos se esconde dulces y hermosos: y al esconderse, el traidor con tus ojos me da la muerte.
Llegó mi padre a los pocos días y reventando caballos a Sevilla, una noche, antes de que se cerrasen las puertas, y encubriéndose con las sombras, fue a esconderse casa de su pariente, de quien mientras llegaba la hora de ir a vengar su honra, oyó la triste relación de su desdicha, y como al acabarse esta tocasen a maitines unas monjas que en la vecindad había, y fuese ya la hora, ambos, mi padre y su pariente, bien embozados y apercibidos, fueron a adelantar a don Baltasar, que nunca iba sino muy pasada la media noche.
A este tiempo, llamaron a la puerta, y, preguntando quién llamaba, respondió Sancho Panza que él era; y, apenas le hubo conocido el ama, cuando corrió a esconderse por no verle: tanto le aborrecía. Abrióle la sobrina, salió a recebirle con los brazos abiertos su señor don Quijote, y encerráronse los dos en su aposento, donde tuvieron otro coloquio, que no le hace ventaja el pasado.
Palabra del Dia
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