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Llamando, pues, aparte al cacique, y á los principales, les dió á conocer la gravedad de su delito, y les ordenó enviasen á llamar á los Ziritucas y volviesen á entablar con ellos una buena amistad. Vinieron los Ziritucas, diéronle grandes quejas de los Zibacas, pidiendo les obligase á resarcirles los daños, y que les restituyesen las haciendas que les habían robado y tenían aún en su poder.

De cada pueblo deberían enviarse cada año a Candelaria, cuando menos, 4 muchachos y 2 muchachas, prefiriendo siempre a los hijos de los caciques, para que allí los destinasen a lo que fuese cada uno a propósito o tuviesen inclinación; y por cada uno de los que enviasen, debería acudir con uno o dos pesos mensuales, o con lo que se tuviese por conveniente señalar para ayuda de alimentos y vestuarios de ellos y ellas, que a todos se debían tener con decencia.

Taylor que sea vanidad y despilfarro que procuremos conservar, aun á costa de los mayores sacrificios, una isla que nos pertenece, y donde nadie ó pocos se sublevarían si desde los Estados Unidos no los alentasen y no les enviasen armas y dinero? Cuba es nuestra propiedad legítima, y no es vanidad ni soberbia nuestro empeño en conservarla.

"Resultó más deste miserable caso, derriballes las casas apregonallos el Rey por traidores, confiscalles sus heredades y tierras, y que ningún abencerraje más pudiese vivir en Granada, salvo mi padre y mi tío, con condición que si tuviesen hijos, a los varones enviasen luego en naciendo a criar fuera de la ciudad..." Página 309 a.

La predilección de nuestros monarcas, especialmente de los Reyes Católicos, por los leones, cayó en desuso en los reinados posteriores; pero en cambio alguno de aquellos gustaron de poseer colección de fieras como Don Felipe IV que ordenó en 1632 se escribiese al Virrey del Perú y á aquellas Audiencias para que se le enviasen los animales feroces de dichas regiones, pues S. M. deseaba tener un circo donde encerrar leones, tigres, osos y demás bestias salvajes .

¿Qué se haría doña Andrea, con tantas hijas, dos de ellas ya crecidas; con el hijo en España, aunque ya el noble mozo había prohibido, aun suponiendo a su padre vivo, que le enviasen dinero? ¿qué se haría con sus hijas pequeñas, que eran, las tres, por lo modestas y unidas, la gala del colegio; con Leonor, la última flor de sus entrañas, la que las gentes detenían en la calle para mirarla a su placer, asombradas de su hermosura? ¿qué se haría doña Andrea?

Y la pequeña expedición, que sólo iba a la descubierta, sin haber hecho preparativos de guerra, huía río abajo despavorida por esta tragedia. El duro Oviedo, historiador y hombre de combate, apenas se apiadaba del infortunio de Solís al hacer su relato. Le parecían naturales estas catástrofes siempre que se enviasen hombres de mar al descubrimiento de las nuevas tierras.

El dicho capitán D. Juan de Castilla dió por respuesta que, aunque D. Alvaro y todos los otros capitanes hobiesen faltado de cumplir con lo que eran obligados, que él era cristiano y buen caballero, y soldado como todos ellos, y que no haría falta de lo que cumplía al servicio de Dios y de Su Majestad y á su honor, y que se maravillaba mucho dellos que tuviesen dél tan mala opinión que le enviasen á decir semejante embajada, que hobiese de hacer cosa tan vil y vergonzosa como era rendir el fuerte; y así les envió á decir que, si ellos querían defenderse y morir por la fe de Nuestro Señor Jesucristo y por servicio de su Rey, y por la honra y reputación de cada nación de las que allí había, que él tomaría el gobierno dellos y del fuerte, y que lo ternía por gran favor y honra que le hacían, y que esperaba de Dios de tener tan buen orden, que se habría la victoria, porque tenía aviso por una carta que había tirado un renegado con una flecha, aquella propia mañana, que les había de dar el asalto, y que ninguno se parase á pensar en la falta que había de agua ni de ninguna otra cosa, sino que cada uno atendiese á pelear y defender el fuerte y á mismos; y con esta respuesta envió al dicho sargento mayor, y que no queriendo así que ni él ni aquellos otros dos capitanes italianos con el resto de los soldados y de otros amigos suyos no querían sino pelear y morir antes que hacer cosa que fuese menoscabo de su honra, y no tornando dicho sargento mayor, los dichos capitanes de ahí á poco querían hacer consejo entrellos, y enviaron á decir á D. Juan de Castilla con un caballero de la orden de San Juan, que se llama Garay, que viniese á hallarse en consejo, y él, viendo que los turcos se ponían en orden y se juntaban, envióles á decir cómo los turcos estaban juntos en gran número en las trincheras y que tenían las armas en las manos, y que ya no era tiempo de otro consejo ni acuerdo sino de estar cada uno en su lugar como él y otros lo hacían, que servían al Rey, y que lo tuvieran por excusado, y que les rogaba que hiciesen lo que debían; y esto les envió por respuesta con el dicho caballero, el cual se lo dijo así á los dichos capitanes, y con esta resolución ellos hicieron su consejo y eligieron por gobernador al capitán Rodrigo Zapata, y así, de allí á un poco, en el caballero de Su Excelencia se arboló una bandera blanca de paz, y viéndola los turcos saltaron fuera de las trincheras y comenzaron á venir hacia el fuerte á parlamento, y buena parte dellos, con muchos de pie y de caballo, se fueron la vuelta de las galeras, porque habían oído decir que D. Alvaro de Sande estaba dentro dellas, y los que había en su guardia, viendo el fuerte en aquel término y creyendo que fuese ya perdido, se rindieron sin pelear, y Don Alvaro de Sande fué tomado por Barmuzo, cómitre real del armada turquesca, y fué llevado con una fragata en tierra, en la tienda del Bajá, el cual y Dragut también estaban en sus trincheras esperando la respuesta de lo que los del fuerte querían hacer.

Particularmente cuando se presentó Cirilo su confusión fue tan grande que Clara, advirtiéndola, se apresuró a sacarla de la estancia y llevarla a su gabinete y allí la dejó entretenida con el niño. Se pasó recado al hotel de la Castellana para que enviasen el coche con el equipaje y, después que hubieron comido, las tres mujeres se dirigieron a la estación.