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Actualizado: 11 de julio de 2025


Nolo, fingiendo ser un mozo que torna alegre de la feria, pasó por delante de la casa entonando en alta voz este cantar, que hemos repetido alguna vez cuantos nacimos en el valle de Laviana: Dicen que tus manos pinchan, para son amorosas. También los rosales pican y de ellos nacen las rosas. No llores, niña, no llores, no; no llores, niña, que aquí estoy yo.

A mis pies, formando cadena sobre un puente de trasbordo, trabajaban los marineros, entonando en coro sus canciones favoritas que producían eco en las colinas de la costa.

Su feroz abuela, viniendo de la fila más presto de lo que él pensaba, le había sorprendido en plena zambra andaluza entonando con voz quejumbrosa una seguidilla gitana: «Cuando yo me muera mira que te encargo que con la trenza de tu pelo negro me ates las manos

A este grito agitaban la campanilla, no faltando, por lo regular, de allí á poco, la voz de un vecino que entreabría la ventana, y al tome hermano, arrojaba alguna moneda á nuestro hombre, que seguía su camino impasible á otro y otros sitios, donde repetía su pregón y sus campanillazos, entonando algunas veces una á manera de saeta, del tenor siguiente: «Si en esta noche murieres, hombre que estás en pecado ¡considera dónde fueres

El mozo de cuadra, calzados los zuecos y entonando una canción de su tierra, frotaba los arreos en la puerta de la cochera; y en una habitación de la planta baja, junto a una ventana, la doncella de la duquesa limpiaba cuidadosamente los vestidos con que su señora se había engalanado la víspera, mientras otras compañeras admiraban las ricas telas y los finísimos encajes que, desordenadamente puestos sobre el respaldo de un sofá, podían fácilmente ser vistos desde fuera.

Nones y más nones, que a ser él, ya entenderíamos algún ofertorio, que por buen ejemplo vendría entonando.

Llegada la columna al río Léminton se dió la voz de alto para comer y descansar, y antes de que el sol empezara su marcha hacia el ocaso reanudaron la suya los soldados, entonando alegres canciones. Por su parte el barón deseaba vivamente llegar al término de su viaje y á tierra enemiga, para cruzar la espada y romper lanzas una vez más con los adversarios de sus anteriores campañas.

Así la voz del clérigo, engolada y espesa y muy celebrada en la comarca, se ostentaba más pura. Casi todas las mujerucas contestaron entonando un estribillo, que por cantarse en todas las festividades religiosas de la parroquia sabían de memoria hasta los más duros de oído.

Tal vez había dejado en su país los recuerdos de un amor desgraciado. Muchas noches, el florentino, tendido en la cama de su alojamiento, escuchaba á Robledo, que hacía gemir dulcemente su guitarra, entonando entre dientes canciones amorosas del lejano país. Terminados los estudios, se habían dicho adiós con la esperanza de encontrarse al año siguiente; pero no se vieron más.

El piadoso Almirante consignó en el Diario que en la tarde del 11 de Octubre, víspera del hallazgo de la tierra deseada, habían cantado las tripulaciones á la oración, la Salve acostumbrada, y luego, en el momento supremo, cuando cayó de rodillas y con los ojos arrasados, la gorra en la mano, dió gracias al Altísimo, le imitó la gente entonando con indecible emoción Gloria in excelsis Deo; Te Deum laudamus...

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